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Razones



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

Assange, una provocación sin sentido


Martes 05 de Julio de 2022 7:34 am


LA mañanera de ayer fue de las más beligerantes del presidente López Obrador. Hubo de todo y para todos: cuando pensábamos que era hora de olvidarse de las pésimas declaraciones sobre la iglesia católica y la comunidad judía, el Presidente regresó al tema, y se fue nuevamente contra ellos, y también contra los empresarios, contra Iberdrola, contra García Luna y Alazraki. 

Pero en medio de todo ese torbellino de adjetivos, agravios y descalificaciones, apareció una nueva defensa presidencial de Julian Assange, el director y fundador de WikiLeaks, al que el presidente ve como un héroe de la libertad.

Dijo el presidente Obrador que, si se deporta y condena a Assange, dejaría de existir la libertad en Estados Unidos y habría que hacer, incluso, una campaña para desmontar la Estatua de la Libertad. Es una idea peregrina, pero más lo es la causa que esgrimió para defender a Assange: dijo que éste había denunciado que, en 2006, el entonces cardenal Norberto Rivera había intervenido ante la Santa Sede para pedir que no se apoyara al candidato López Obrador porque era un peligro para México. 

Sólo en ese comentario hay una enorme cantidad de datos que no son ciertos. Durante aquel gobierno capitalino, Norberto Rivera fue un aliado de López Obrador, tanto que se frenaron en esa administración todas las leyes que impulsaban el aborto por un acuerdo precisamente con Rivera. Assange nunca se refirió, jamás, a López Obrador ni a México, un país que no estaba, siquiera, en su esfera de interés. Lo que hizo Assange, a través de WikiLeaks, fue tomar la información que le filtró un operador de sistemas del área de inteligencia del ejército estadounidense, Bradley Manning, y difundirlo. 

Lo que dice Obrador que Assange informó sobre las presiones al Vaticano, es precisamente uno de esos cables con una versión de un diplomático sobre el tema. 

Pero lo importante es que se usaron esos cables, no los relacionados con México, sino muchos otros, para realizar parte de la campaña negra contra Hillary Clinton, lo que se refendó con la filtración, también de WikiLeaks, en 2016, de correos electrónicos obtenidos de servidores del Partido Demócrata y de la cuenta personal de John Podesta, el jefe de campaña de Hillary Clinton, entonces candidata a la presidencia de los demócratas. 

En medio, Assange estuvo años refugiado en la embajada de Ecuador en Londres, de la cual finalmente fue expulsado; estuvo acusado de delitos sexuales en Suecia; hoy está preso en Gran Bretaña.

Assange y Edward Snowden, que reside actualmente en Rusia, donde buscó y recibió refugio, son personajes muy controvertidos, con una actividad que rebasa por mucho la de comunicadores o incluso de hackers. México tiene una larga tradición de ofrecimiento de asilo político y puede ofrecerle esa opción a Assange, pero convertir a un personaje tan impugnado, cuya causa tiene tantos claroscuros, en el foco de una disputa con Estados Unidos, no tiene sentido.

Y decir que si Assange es condenado se perderá en ese país la libertad, al límite de demandar el desmantelamiento de la Estatua de la Libertad, es un sinsentido enorme, sobre todo a una semana de la, ya de por sí problemática, Cumbre entre Joe Biden y el presidente López Obrador.