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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

Ducere


Martes 13 de Septiembre de 2022 8:27 am


EL régimen peñista, con sus funcionarios en SEP y sus apologistas, le llamaron “Reforma Educativa” a las modificaciones que le hicieron en 2013 a los artículos 3 y 73 constitucionales, y complementados en 2016. En realidad ello solo constituyó la adecuación de la reforma laboral de corte patronal a las condiciones específicas del magisterio mexicano.

El albazo de los legisladores domésticos aprobando la creación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación y la Ley General del Servicio Profesional Docente, fue la continuación de las afrentas a la educación pública y contra el magisterio nacional, dejándolo en la indefensión laboral. Las funciones de ambas instituciones nada tenían que ver con el sustento que fundamenta cualquier reforma educativa. 

En 2017 circuló el documento “Modelo educativo para la educación obligatoria”, al que se agregó el de “Los fines de la educación”, en que se da cuenta de la propuesta de cambios en los contenidos programáticos. Nada nuevo en relación al modelo educativo impulsado desde el salinato.

Toda la tecnocracia buscó los mecanismos necesarios para insertar nuestro sistema educativo a los requerimientos económicos de los países de la OCDE, regidos por criterios de rentabilidad reflejados en competitividad, eficacia, en trabajo calificado, como lo exige el rampante imperialismo.

Con ello, la escuela sufrió la conversión de ser una institución social de carácter formativo, a ser una pequeña empresa sujeta a criterios gerenciales, y, asó, no se responde a los intereses de la sociedad en conjunto para definir el futuro de la nación, sino solo para formar autómatas en calidad de asalariados.

Ahora, la Nueva Escuela Mexicana reivindica el quehacer educativo sobre bases distintas a las impuestas por la tecnocracia. Acude a las aportaciones del magisterio nacional para coadyuvar en la sistematización de la experiencia de los maestros mexicanos. Es indispensable participar en el logro de un perfil escolar, sustentado en bases axiológicas, ontológicas, teleológicas y gnoseológicas, alejadas de la domesticación, de la perniciosa inducción neoliberal.