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De ayer y de ahora



ROGELIO PORTILLO CEBALLOS

El papel social, de salud y educativo del deporte II/II


Domingo 18 de Septiembre de 2022 7:42 am


COMENTÁBAMOS la vez pasada las principales características del deporte como importante actividad humana: poner el cuerpo en movimiento, ejercitarlo y vigorizarlo; actividad lúdica y recreativa; competencia individual o de grupo; juego y competición ligada a reglas e igualdad de oportunidades o base pareja para la competencia. 

El deporte fomenta muchos valores como el sentido de justicia cuando hablamos del “juego limpio”. La actividad deportiva debe ser ocasión ineludible para practicar las virtudes humanas de solidaridad, lealtad, buen comportamiento y respeto a los demás, a los que hay que ver como competidores y no como meros adversarios o rivales.

Deporte de grupo es juego en equipo. Aquí entran en acción el acatar acuerdos, cumplir cada quien su función, ser leales, practicar el compañerismo y no dejar que el individualismo feroz aniquile las estrategias y esfuerzos colectivos.

Hasta este momento hemos pintado al deporte de color de rosa, pero hay otras facetas del deporte que lo pueden pintar de color gris y hasta negro.

El deporte como producto, como espectáculo masivo, se puede prestar o ajustarse a los diversos intereses comerciales, empresariales, ideológicos, políticos y económicos. Muchas veces la financiación de equipos y actividades deportivas depende o necesita de empresas comerciales (como refresqueras, cerveceras, de telefonía, bancos) de financiación pública o donantes privados, y de clientes que están dispuestos a pagar las entradas, comprar artículos de promoción o paquetes de programación en televisión. De esta manera el sistema deportivo llega a estar disponible de manera fácil y rápida para servir a intereses ideológicos, económicos y políticos.

El individualismo del atleta que brilla; las fortunas y escándalos de las “celebridades deportivas”, el considerar al cuerpo como un objeto o un medio para presumir son problemas que distorsionan la visión de un deporte que ayude al crecimiento y desarrollo de las personas. A mi manera de ver hay varios criterios erróneos en estos enfoques: Cuando se practica el deporte con una actitud de “ganar a toda costa”, este se ve seriamente amenazado. Fijarse solamente en el éxito deportivo, ya sea por motivos personales, políticos o económicos, deja los derechos y el bienestar de los participantes reducidos a aspectos marginales. Respecto al propio cuerpo, un deseo de lucir, presumir o ascender a cualquier precio determina el comportamiento y tiene graves consecuencias. Se busca solo la máxima eficiencia atentando contra la dignidad con serios riesgos a la propia salud o la de los compañeros. Los atletas tampoco pueden convertirse en una suerte de mercancías. Así, cuando el deporte, o en concreto los atletas, son considerados únicamente de acuerdo a criterios económicos, lucrativos o de persecución de la victoria a toda costa, se corre el riesgo de reducir a los atletas a una mera mercancía.

Cuando las competencias son internacionales y se enfrentan países con equipos de diversas disciplinas, la tentación de ganar a toda costa por razones personales, ideológicas o políticas hace que muchos atletas, entrenadores y líderes de sus delegaciones caigan en el dopaje. Esta práctica ilícita consiste en administrar fármacos y sustancias estimulantes para potenciar el rendimiento del organismo, a veces con peligro para la salud.

A pesar de lo anterior, estimo que el deporte es la alegría de vivir, de jugar, de divertirse, de desarrollar y tonificar tu organismo, de fortalecerlo, de competir sanamente. También un medio excelente para desarrollar valores.