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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Zaz


Domingo 25 de Septiembre de 2022 8:03 am


LOS días por lo general transcurren en la tranquila calma de un espejismo de certezas; nos creemos dueños del control de los días y nos llenamos de agendas y calendarios, pero aunque eso nos ayuda a saber hacia dónde dirigir los esfuerzos y programar las cosechas, a veces se nos pasa por alto que la verdadera certeza es que todo es incierto y que, así como puede suceder según lo planeado, también puede ocurrir de distinta forma, y no siempre podremos predecir aquello que no está bajo nuestro control.

Claro que hay situaciones que nos permiten ejercer cierto mando, otras nos toca hacernos responsables, pues se trata de situaciones quizás no gratas, pero que son consecuencia de algo que decidimos en el pasado y, ante eso, solo queda asumir la responsabilidad o caer en la trampa de culpar al destino, a la mala suerte, a algún embrujamiento o trabajo malo; lo mejor es ante la adversidad, elegir de mejor manera, de tal suerte que, en el futuro, las consecuencias de lo hoy optado me den paz y no zozobra.

Hay otro tipo de situaciones en donde ni podemos controlar ni responsabilizarnos, y solo nos toca actuar en consecuencia, e idealmente dentro del marco de la realidad, sin caer en creencias ni mitos urbanos, sin extrapolar los miedos y recuperando nuestro centro de serenidad. 

Por ejemplo, los terremotos son uno de esos sucesos que irrumpen sin avisar en nuestro sereno andar cotidiano, y de un Zaz nos mueven todo, de tal suerte que la certeza de que todo está bajo control se esfuma y nos ayuda a recordar que somos humanos, que el miedo ante un meneo profundo de la tierra obedece al mandato celular de supervivencia, y que lo mejor que podemos hacer es aprender a mantener la calma, a ser previsores y desprendidos; suena crudo y rudo, pero si estamos vivos es tiempo de agradecer y de consolar a quien lo necesite, pero tendemos a magnificar el drama, hablamos de miedo, dolor, perdida, y no vemos la oportunidad, y desde ese lugar, la historia que nos contamos define si nos recuperamos de la sorpresa y amenazante experiencia, o si nos permitimos que nos enferme y detenga.

Saber qué hacer y cómo responder, no es solo una intención pensada o dicha, debe ser una convicción integrada al ser; desde mi experiencia, conocer al Creador en mí y, al ser que desde el amar puede ocurrir en mí, es lo que me da respiro y aliento para pasar de una temblorosa a la otra, con su respectiva resiliencia y con gratitud y alegría de poder seguir viviendo. Innovemos algo ¡Ya!


Terapeuta psicoemocional


innovemosalgoya@gmail.com