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Razones



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

El Cabo Gil en sus propias palabras


Lunes 03 de Octubre de 2022 7:54 am


Para Valeria, por su inteligencia y 

voluntad para superar obstáculos.


USTED daría fe a las palabras de un sicario, asesino confeso, jefe de plaza de un cártel del narcotráfico que en cuatro declaraciones ministeriales a lo largo de 5 años ha presentado cuatro versiones diferentes de unos mismos hechos y que cuando se convirtió en testigo protegido recordó súbitamente nombres, seudónimos, señas particulares, descripciones físicas, incluso de personajes que nunca conoció? Bueno, la Fiscalía especial del caso Ayotzinapa no sólo le cree a Gildardo López Astudillo, apodado como El Cabo Gil, sino que además ha convertido en suyo este testimonio, con base en el cual están detenidos distintos exfuncionarios y militares.

Tuvimos acceso a las cuatro declaraciones ministeriales de Gildardo López Astudillo, realizadas tres en diferentes momentos de 2015 y la última, ya en libertad y como testigo protegido de la Fiscalía, en 2020. 

Lo que más me sorprendió es que en la primera y la tercera niega terminantemente ser miembro de Guerreros Unidos, pero en la segunda y en la cuarta lo acepta ampliamente, dice que fue jefe de plaza, pero también sólo acompañante, ni siquiera escolta, y que no operaba con el grupo. Recuerda repentinamente, como decíamos, nombres y apellidos de decenas de personas, incluso de personajes que no conocía; involucra al general Saavedra y al después general Rodríguez Pérez porque le dijeron que se comunicaron con un general de apellido Saavedra y en otro momento a un coronel Rodríguez (no los conoce, el testimonio es de oídas, pero los describe físicamente al detalle). Mete con fórceps a Omar García Harfuch, sin que venga al caso, como contacto de los narcos con la Policía Federal cuando está plenamente comprobado que García Harfuch para esas fechas ni siquiera trabajaba en Guerrero.

Denuncia a Iñaki Blanco, el fiscal del estado, que asegura que trabajaba para El güero mugres, pero para esas fechas Iñaki Blanco ya había detenido a toda la Policía Municipal y a varios sicarios que, dice El Cabo Gil, estaban de acuerdo con él. Asegura que hasta el 3 y 4 de octubre, camiones del Ejército y de sicarios, en forma conjunta, llevaron restos de los estudiantes y sicarios muertos al basurero de Cocula. Para esa fecha, Iguala estaba tomada por medios, ONG’s, funcionarios, policías y tropas. Un movimiento de sicarios y camiones del ejército, además operando en forma conjunta, y de esa magnitud, sería inverosímil. 

Luego resulta que en la cuarta declaración casi todo termina siendo responsabilidad de un narcotraficante llamado El Güero Mugres, quien controlaba nada menos que al Ejército, la PGR, la Fiscalía, los ministerios públicos, la policía de investigación y la policía fiscal. Todo ese poder simplemente en las manos de un solo hombre de un grupo criminal local. En su segunda declaración, en 2015, El Cabo Gil decía que El Güero Mugres sólo era un operador que manejaba a la Policía Municipal. 

La verdad, tiene lógica, porque El Güero Mugres fue ejecutado en 2017. Nada puede alegar ante esas acusaciones. No hay nada como un culpable que ya está muerto o desaparecido. Esas declaraciones de El Cabo Gil son simplemente declaraciones a modo, hechas, como él mismo reconoce, con el afán de convertirse en testigo protegido y recuperar la libertad. Y lo logró.