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Indicador Político



CARLOS RAMÍREZ

EUA perdió el control


Domingo 15 de Enero de 2023 8:34 am


DESDE la declaración atribuida al presidente Monroe en 1823 de que América era para los americanos -entendiendo que EUA es Estados Unidos de América-, el territorio continental de América Latina y la zona del Caribe han pasado a formar parte del área de seguridad nacional americana. Washington merodeó un conflicto nuclear en 1962 para dejar en claro en la crisis de los misiles con Cuba que no permitiría la penetración soviética en su espacio geopolítico.

Pero la definición de zona de seguridad nacional estadounidense para Iberoamérica no ha llevado a ningún mayor compromiso para propiciar mejores niveles de bienestar y desarrollo, y toda la política económica americana se ha reducido a percibir a las sociedades de la región como mercado de consumo de productos, salvo por el proyecto de 1961 de la Alianza para el Progreso que quiso ser una especie de réplica continental del famosísimo Plan Marshall para reconstruir Europa después de la Segunda Guerra mundial.

Este es un escenario histórico para tratar de entender lo que ocurrió en Brasil esta semana con la invasión de grupos radicales de derecha de instalaciones pertenecientes a los tres poderes de gobierno, provocando una dura respuesta policiaca de la administración entrante del presidente Luis Ignacio Lula da Silva, y la persecución de sectores conservadores vinculados al expresidente Bolsonaro.

La gestión de las políticas y alineamientos de gobierno en Iberoamérica fueron muy duras en el contexto de la Guerra fría, sobre todo bajo las administraciones del presidente Nixon y del presidente Reagan, los dos con enfoques geopolíticos binarios. Pero el desmoronamiento de la Unión Soviética en 1991 llevó a un relajamiento de los controles ideológicos de la Casa Blanca, seguramente animados por el fracaso del comunismo en la zona de influencia de Europa y el deterioro social y político del socialismo cubano que nunca pudo generar bienestar y sí acrecentó los perfiles de una dictadura militar represiva.

Iberoamérica entró en una zona de ritmo pendular de gobiernos progresistas y populistas que agotaban relaciones sociales y presupuestos y generaban contradicciones que fortalecían a las derechas locales. Ello ocurrió en Brasil, donde el ciclo Lula-Dilma abrió el espacio a la derecha de Bolsonaro hasta su agotamiento económico y social, para nuevamente facilitar el regreso muy apretado del populismo lulista. 

El izquierdista Lula arribó al poder como producto de una alianza entre diez partidos de configuración diversa, y ahí se encuentran las bases de la inestabilidad de su gestión, pero en el entendido de que el actual izquierdismo de Lula se ha reducido a políticas de bienestar social solo contra la pobreza extrema y el hambre, pero sin construir estructuras de organización proletaria que le dieron fuerza en sus presidencias anteriores.

La Casa Blanca no ha reflexionado sobre el nuevo escenario geopolítico de América y solo apoyará procesos institucionales de funcionamiento democrático procedimental, pero sin poder construir algún proyecto de redefinición del futuro de la región. Es decir, Estados Unidos sigue pensando que América es de los americanos, pero todavía reduciendo el espacio de dominación solo a la seguridad nacional y no a la edificación de una comunidad continental cohesionada y con mejores niveles de bienestar.