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Razones



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

Juárez, preámbulo de tragedias mayores


Miércoles 29 de Marzo de 2023 8:36 am


AL escribir estas líneas iban 39 muertos en el incendio en el centro de detención (lo de albergue es un eufemismo) del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez; otros 29 hombres están internados, algunos de suma gravedad. 

De los fallecidos, 28 son guatemaltecos. Las versiones sobre lo ocurrido difieren: las fuentes oficiales sostienen que los migrantes, la mayoría de los cuáles habían sido detenidos el día anterior en las calles de la ciudad, al saber que serían repatriados, comenzaron a quemar colchones y terminaron encerrados por el fuego. Fuentes extraoficiales dicen que sí fueron ellos quienes iniciaron el fuego y el intento de motín, pero que las puertas fueron cerradas por los funcionarios del INM para evitar que se fugaran.

Hay que hacer un poco de historia. En octubre de 2018, siendo electo el presidente López Obrador, fue cuando estalló literalmente la crisis porque se anunció que México abriría fronteras para el cruce de migrantes, el anuncio lo hizo el ahora subsecretario Alejandro Encinas, y fue apoyado por el entonces presidente electo. Era una especie de respuesta al muro que pregonaba Trump. 

Fue un pésimo cálculo. En enero de 2019 la presión de los migrantes, sobre todo en Chiapas, ya era incontenible, y en lugar de actuar como un disuasor de Trump,  lo endureció. Lo que sucedió después ya lo sabemos, y acaba de ampliar la información el exsecretario de Estado, Mike Pompeo, relatando la negociación que se mantuvo con México para frenar la ola migrante. 

Aquí hemos dicho desde entonces que ese cierre de fronteras y esa movilización de elementos de seguridad a las fronteras no sólo resultaban de una exigencia de los Estados Unidos, sino de nuestra propia seguridad nacional. 

Todo esto ha provocado varios fenómenos simultáneos. Desde aquellas caravanas del 2018 ha quedado en claro que es el crimen organizado el que maneja esos flujos migrantes, de los que se sirve no sólo para el tráfico de personas, sino también para extorsionar, secuestrar, para obligar a la prostitución o al sicariato. Los movimientos migratorios ya tienen poco y nada de espontáneos y trágicamente cada vez están más compuesto por mujeres y niños solos.

La política del gobierno mexicano ha quedado atrapada en una contradicción que lo atenaza y lo mueve en la ambivalencia. Acentúa o aligera los controles y las deportaciones de acuerdo a las lecturas políticas y las coyunturas en el eterno pulso que parece estar jugando con la administración Biden, que tiene una agenda con México más amplia que la de Trump, concentrado básicamente en la migración y en el fentanilo. 

La paradoja es que entramos en conflicto cotidianamente con Estados Unidos pero no con los países expulsores, como si Estados Unidos estuviera obligado a recibir a los millones de migrantes irregulares que tratan de llegar a ese país cada año. 

También tenemos que aceptar las normas que nos impone la Unión Americana y cientos de miles de migrantes se quedan en México o son regresados a nuestro país, lo que está creando una situación intolerable en las fronteras, tanto en la sur, por la llegada de migrantes, como en la norte, porque allí se quedan.

El hartazgo de las poblaciones fronterizas, de los migrantes y de las autoridades a ambos lados de la frontera está llegando a un límite inmanejable, y la de Juárez puede ser sólo un preámbulo de tragedias mayores para el futuro cercano.