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SERGIO BRICEÑO GONZÁLEZ
Patria morena
Martes 06 de Junio de 2023 8:58 am
POR supuesto que el triunfo de Delfina
reordena la apariencia de este atribulado país donde, si no has pasado casi un
siglo bajo la égida del PRI, no has probado las mieles de un encontronazo que
lo único que nos dejó fue un cerco informativo y una serie de especulaciones
asociadas a la falta de datos. Pero el 60 por ciento de este México ahora en
manos de Morena nos mueve a pensar en lo siguiente. Por un
lado, el símbolo de haberse quedado con la patria de las patrias del tricolor,
ese lugar desde el cual mandaba un excelso grupo de anómalos patriarcas que ya
iban por su centésimo otoño y ni quién les dijera nada. El famoso Grupo
Atlacomulco no iba a poder, lo previmos, con la andanada de golpes al hígado y uppercuts
que le aplicó el fajador morenismo al que se le había escapado la oportunidad
de este triunfo y ahora regresa con todos los vítores puestos en la corona de
una entidad capaz de hacer del PRI uno de los últimos bastiones, tanto ideológicos
como territoriales. Ante
este escenario no resta sino dar parte a las nuevas autoridades del
Regeneración Nacional de la situación que se vive en otros lares, gobernados
por un priismo que de haber estado en franca decadencia pasó a severa descomposición
para inmediatamente después volverse un cadáver, si bien exquisito, en el que
todos quieren montarse. Morena ahora puede adjudicarse el triunfo histórico, a
saber en qué condiciones, en este terruño de los Montiel y los Peña Nieto.
De cualquier modo, no bastará con haber salido avantes
en una zona de alta incidencia tricolor. A los morenistas les falta la
conclusión de esta hazaña no solo demostrando que sí son diferentes al PRI,
sino estableciendo las bases para un cambio que tendrá que ser radical, rabioso
y rapidísimo, con la intención de que sea esa plataforma que las corcholatas
necesitan para hacerse con la estatuilla de la Presidencia de la República, en
un 2024 donde la oposición vive en un mundo de zapadores e inteligencia
artificial, como artificial podría ser el abanderado de aquellos otros partidos
que no han cuajado, sino que siguen chirrios, cortados con la mala leche de un
pasado pletórico de manoseos y mapachadas.