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Indicador político



CARLOS RAMÍREZ

Sucesión de AMLO


Viernes 09 de Junio de 2023 10:25 am


COMO dice la Ley de Lavoisier: la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Como la política es, en sentido estricto, materia, se puede trasladar esa ley a los sucesos mexicanos actuales: el dedazo es el dedazo.

En política tampoco se inventa el hilo negro. La versión de que el presidente López Obrador va a redistribuir el poder entre las cuatro corcholatas, la puso en práctica el presidente Echeverría en 1975: inventó la candidatura oficial de José López Portillo y en automático designó a los otros precandidatos perdedores: Porfirio Muñoz Ledo, sumiso como siempre, fue a la presidencia del PRI; Augusto Gómez Villanueva a la Secretaría General del partido y Hugo Cervantes del Río, a la presidencia del PRI del DF y una senaduría.

Carlos Salinas de Gortari quiso hacer lo mismo, pero se encontró con la figura de Manuel Camacho Solís, quien no aceptó el destape de Luis Donaldo Colosio y le exigió el cumplimiento de su pacto político: quien llegara dejaba al otro como sucesor; Camacho se rebeló, pero la complicidad del poder y los secretos de la política en el gabinete le doblaron la mano y se quedó en el salinismo.

Toda sucesión presidencial, desde Carranza en 1920 a López Obrador en 2018, tiene un común denominador: suponen que el poder en acto es absoluto y absolutista; en consecuencia, las sucesiones mantienen deseos de maximato, pero todas encontraron que el poder presidencial es indivisible.

El modelo que pretende aplicar el presidente López Obrador había sido analizado en noviembre de 2008 por Jorge Castañeda, cuando comentó el libro Equipo de rivales, de Doris Kearns Goodwin (2005), basado en el estudio del modelo político de Lincoln en el contexto de la guerra de secesión y en cómo hizo equipo con los que le compitieron la presidencia.

El poder es indivisible y se basa en una serie de comportamientos de lo que podríamos llamar el psicopoder, referente a la imposibilidad política de que adversarios del mismo nivel jerárquico peleen posiciones y luego los perdedores tengan que aceptar una posición de segunda.

La sucesión de 2024 está clara: continuidad garantizada transexenal de la 4T y, de modo inevitable, el liderazgo visible o invisible de López Obrador a partir del 1 de octubre de 2024.

Política para dummies: La política es el reino de la ingenuidad, aunque se paga siempre muy caro.