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Malas compañías



MARIO ALBERTO SOLÍS ESPINOSA

Una nueva casta dorada


Viernes 25 de Agosto de 2023 10:02 am


AL menos cuatro funcionarios de primer nivel de la administración estatal, incluyendo a la gobernadora Indira Vizcaíno Silva, adquirieron propiedades en uno de los fraccionamientos de mayor plusvalía en la entidad, menos de un año después de asumir su cargo.

Una investigación del periodista Óscar Adrián Luna reveló que el coordinador de la Oficina de la Gubernatura, Eduardo Jurado Escamilla, compró una residencia en el fraccionamiento Real Hacienda, sección Bosque Real, con un valor de 3 millones 451 mil pesos.

Lo mismo sucedió con Arnoldo Vizcaíno Silva, hermano de la Mandataria y presidente del DIF Estatal, por cierto cargo honorario que no retribuye sueldo, quien se hizo de un inmueble en ese mismo complejo residencial, con un valor de 3 millones 268 mil pesos.

En ambos casos, las propiedades fueron escrituradas entre agosto y septiembre de 2022, mismas fechas en las que la gobernadora Indira Vizcaíno Silva adquirió su residencia de 6 millones 653 mil pesos; y la secretaria General de Gobierno, Guadalupe Solís Ramírez, la suya a un precio de 3 millones 846 mil pesos.

Son varios los elementos que convierten esta compra sincronizada en un evento atípico, pues no es común que un grupo de funcionarios de alto rango adquiera viviendas de lujo en una misma zona, en fechas idénticas y a una sola empresa, en este caso Desarrollos de Colima, propiedad del exrector Carlos Salazar Silva.

También llama la atención que algunos de esos funcionarios tengan el poder adquisitivo para hacerse de una propiedad en una zona residencial, cuando ni siquiera tienen un salario, como Arnoldo Vizcaíno Silva; o su trayectoria solo incluya cargos de menor nivel, en el caso de Eduardo Jurado.

Con tales antecedentes y por las experiencias de probables casos de enriquecimiento ilícito acumuladas en sexenios pasados, para este asunto sería exigible una investigación en la Controlaría General del Estado y ante otras instancias responsables del combate a la corrupción en la entidad.

Al margen de los procesos institucionales que demanda este tema, resulta sumamente cuestionable que un grupo de funcionarios estatales, incluyendo a la Mandataria estatal, modifiquen su patrimonio de manera considerable apenas un año después del inicio del actual sexenio.

Se advierte en estos y otros representantes de la Cuarta Transformación en Colima, una rapacidad impropia de quienes postulan la honradez y la austeridad como elemento diferenciador con pasadas generaciones de políticos colimenses que se transformaron en nuevos ricos a su paso por el gobierno.

Casas de lujo, colegios privados, ostentosos vehículos y otras señales dan luz acerca de una generación de nuevos políticos ávidos de disfrutar los privilegios y excesos del poder, acomodándose sin problema a un estilo de vida que hasta hace poco les resultaba inaccesible.

Tal avidez por los bienes materiales resulta impropia del grupo político que en Colima dice representar el movimiento lopezobradorista; lejos de predicar con la medianía y la sencillez, se muestran como los vulgares ambiciosos que el Presidente repudia en sus discursos mañaneros.

Las nuevas residencias, la intentona de aumentarse el salario a escondidas, la incorporación de familiares en todos los niveles del gobierno demuestran que en Colima sí existe un cambio, aunque sea únicamente de nombres y personajes en la casta privilegiada, porque las prácticas son las mismas de siempre.