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Escuelas públicas de gamers e influencers


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Martes 26 de Septiembre de 2023 8:35 am


Limitar el uso de dispositivos móviles en las aulas, ¿sí o no?
A partir del nivel secundaria, uno de los temas cruciales en las reuniones de docentes, padres y madres de familia es el de la permisibilidad del uso de dispositivos móviles en las aulas. Muchos adolescentes entienden que leer es consultar páginas de internet, conversaciones de WhatsApp o repasar los copys y memes de Instagram, así lo confirman lo datos más reciente del Inegi.
Grupos entre los 13 y 25 años tienen, casi por evolución, una mayor adaptación al uso de las herramientas virtuales, pero pocos de ellos demuestran un control o interés en canalizar las posibilidades a tareas de desarrollo o crecimiento personal, considerando en gran medida que los teléfonos, computadoras o tablets con internet son esencialmente para entretenimiento.
Resulta frustrante lidiar con alumnas y alumnos que cuentan con recursos para pagar la suscripción de plataformas de juegos o streaming, que están en clases con emuladores de juegos y audífonos inalámbricos, pero a quienes resulta ofensivo pedirles la compra de un libro o material didáctico ya que se considera como un gasto fuera del alcance de la economía familiar e imposible para un estudiante.
Pedirles que no lleven los dispositivos a las aulas resulta muy complejo, ya que desprenderles de sus aparatos representa, sin exageración, extirparles una parte de su cuerpo casi con alcances legales o, por lo menos, un problema que puede trascender en algunos casos a terminar en amenazas reales.
El problema no es que los tengan, sino cómo se aprovechan los dispositivos para la formación; el desinterés es masivo, progresivo y generacional. Requiere de un compromiso de los padres, que les compran y permiten que los lleven a las aulas, y de las instituciones, que dan becas económicas o regalan equipos sin una verdadera estrategia que evalúe los alcances y fije los objetivos de estos programas.
Urgente es llevar el discurso a la agenda pública para que, desde la docencia, se cuenten reglamentos que apoyen y determinen las decisiones al interior de los planteles. De lo contrario, no nos engañemos; si al regalar dispositivos móviles no determinamos objetivos, mejor vamos promoviendo la primera escuela pública de gamers e influencers, donde los resultados de la distracción virtual de las y los alumnos no afecten las metas de educación de quienes sí quieren estudiar en la vida real.