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País en llamas



MANUEL GODINA VELASCO


Miércoles 27 de Septiembre de 2023 9:01 am


En mis largos años de vida, nunca me había tocado vivir episodios de violencia, inseguridad e ingobernabilidad como los que ahora vive nuestro país. En 1964, al inicio del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, el autoritarismo, la persecución y cárcel a los disidentes, mostraron su rigor cuando un afamado muralista internacional fue encarcelado porque su arte censuraba al gobierno en turno.
La inquietud de mi juventud no se hizo esperar; me inscribí al Concurso Estatal de Oratoria de la Revolución, compitiendo con reconocidos oradores de la época, donde el jurado me otorgó el primer lugar con el tema “El Delito de Disolución Social y los Presos Políticos”, donde hice una apasionada defensa de David Alfaro Siqueiros, exigiendo la derogación de ese fascista e ilegal precepto. A los dos años, Siqueiros fue derogado y quedó libre.
Después, en los estertores de ese rudo gobierno, del que ahora reconozco su dureza para la gobernabilidad, tras los violentos sucesos estudiantiles del 2 de octubre de 1968, tuve oportunidad de ser testigo presencial de la masacre de Tlatelolco, cuya fuerte crítica de mi parte quedó consignada en mi comentario, publicado con fecha 14 de octubre, en el periódico Ecos de la Costa.
Como lo sentenciara Salvador Allende en su histórico discurso en la Universidad de Guadalajara: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. Así que en mi juventud siempre fui crítico de los malos gobiernos, y de los políticos oportunistas y sinvergüenzas; pero ahora de viejo, no puedo permanecer impasible ante los pésimos gobiernos de Chiapas, Guerrero, Zacatecas, Michoacán y Veracruz, solo por citar a los más nefastos.
Los periodistas y los analistas políticos no debemos callar ante la grave ingobernabilidad que sufre el país, derivada de la equivocada y fallida política de “abrazos, no balazos”, con que el Gobierno Federal es omiso en su principal responsabilidad de salvaguardar la vida y la propiedad de los mexicanos.
De qué nos sirve que decenas de soldados y marinos anden paseando por las calles en el día, si en la noche es cuando ocurre la mayor parte de los homicidios dolosos; cuando se requiere la presencia de la fuerza militar, no llega sino después de ocurrir el hecho y solo para custodiar las evidencias de los fallecidos.
Lo que ocurrió en Chiapas debe alertar al país para no tener una nación invadida en llamas e ingobernable. Ya basta de omisiones.