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JESÚS ADÍN VALENCIA

Osvel


Sábado 18 de Noviembre de 2023 9:34 am


La señora Anahí es originaria de Atoyac de Álvarez, municipio de Guerrero. Vive en Colima desde muy niña, llegó a los nueve años. Aquí contrajo nupcias, aquí labora y aquí forma a sus tres hijos, todos varones. Por la línea materna, sus parientes son de Guerrero; la mayoría de primos y tíos viven en Acapulco, trabajan en la playa, y mantienen comunicación constante, siendo siempre amenos y cordiales al hablarse por teléfono o en algún grupo de WhatsApp; le dicen a Anahí: “sobrina, tráete pues a la familia. Vénganse; aunque Colima también tiene sus playas, Acapulco es un paraíso”.

El impacto del huracán Otis, que tuvo lugar el funesto miércoles 25 de octubre, ha marcado un antes y después. Cinco días permanecieron incomunicados; una vez restablecida la comunicación, al preguntar por ellos, la respuesta fue otro azote: “mija, tu primo Osvel no aparece”. Todo cambió. Las llamadas y mensajes han sido en palabras de aliento y esperanza, sobre hablar de fe, confiar en Dios, brindar fortaleza mutua y decir que pronto habrán de levantar lo destruido, retomar lo cotidiano, y sobre todo, enfrentan juntos la incertidumbre por Osvel.

Varios tíos se dedican a la pesca; una tía de Osvel es emprendedora, encabeza una asociación de lancheros y prestadores de servicios turísticos; el papá de Osvel cubre las zonas de Caleta y Caletilla, playas emblemáticas, y de las más concurridas. El escenario después de Otis en esas playas ha sido prácticamente el de un cementerio de lanchas, entre hundidas, a medio hundir y escombro, mucho escombro. Varios fabricantes de lanchas perecieron, y quienes no, perdieron talleres dónde construirlas; nadie les ha formalizado un apoyo en el corto o mediano plazo; no ven para cuándo habrá equipo nuevo.

El tío de Anahí se dedica a vender boletos para los paseos turísticos y navega una lancha; no ha salido, ¿cómo?, ¿en qué? Está dedicado por completo a la búsqueda de su hijo. También el señor sufrió golpes y heridas provocadas por láminas de su techo, desplomadas como hojas de árboles en otoño; su esposa también sufrió heridas, pero han sanado ya, a excepción de una que persiste: no tener noticia de Osvel.

El joven estaba en el malecón, sobre un buque tipo draga, retirando arena junto a siete compañeros trabajadores de La Marina. Nadie les advirtió del huracán; se pensó sería una tormenta tropical, y que pronto disiparía. “No les dio chance de salir. A todos agarró por sorpresa, y como animal agazapado, de repente nomás dio el salto con furia”, dice Anahí.

Se hundió la draga y los siete tripulantes desaparecieron. Cuatro fueron encontrados muertos, y dos de ellos aparecieron muy graves. Sigue la búsqueda, pues no aparece Osvel; nadie desiste, nadie flaquea. Siguen sacando personas. Anahí está en constante comunicación con sus tíos, que viven a 45 minutos del centro de Acapulco y siguen sin agua potable, pero esto no les importa. Buscan a Osvel, no pierden la esperanza.