Cargando



Lo impreso



JESÚS ADÍN VALENCIA

Animales estoicos


Sábado 02 de Diciembre de 2023 8:28 am


A Pepe Becerra, ilustrador y mercadólogo

 

La corriente filosófica del estoicismo se encuentra a distancia prudente del epicureísmo, que tiende más hacia los placeres, pero sin llegar al hedonismo. También aparece a distancia prudente de neoplatónicos, donde hallamos la espiritualidad, el misticismo y circunstancias etéreas. El estoico se hace el fuerte, es ecuánime, actúa con rectitud y no con rigidez, como si luchara contra el entorno, porque el desgaste es mayor. El estoico puede aparentar frialdad e insensibilidad, pero implica resistencia, sobrelleva optimista.

No es inamovible, como un muro o un obelisco. El estoico, en términos taurinos, más que agarrar al toro por los cuernos, lo capotea, hace suertes con la capa, tiene gracia y estilo propio; danza frente a la adversidad. Octavio Paz, en el poema Piedra de sol, escribió: “un árbol bien plantado mas danzante/ un caminar de río que se curva, avanza,/ retrocede, da un rodeo y llega siempre”. El antropomorfismo es el recurso de otorgarle cualidades humanas, rasgos físicos o personalidad propia tanto a los animales como a las plantas.

Simpatizamos con Bugs Bunny; el ratón Mickey Mouse; La patita, de Gabilondo Soler, e incontables personajes, como Groot, un hombre-árbol, superhéroe de Marvel. Antes de los personajes aludidos, tenemos los de fábula, con animales que dialogan para ofrecernos al final, la consabida moraleja. Así, el zorro será siempre astuto; la tortuga, paciente; la liebre, orgullosa, pero confiada; de todas las fábulas de Augusto Monterroso, me gusta resaltar “La oveja negra”. Ella fue fusilada y el rebaño le erigió más tarde una estatua, en homenaje, un poco de remordimiento y de paso, ejercer la escultura. Esta es una tremenda crítica a la hipocresía social de actuar a favor o en contra, honrar o despreciar según los intereses del sistema en turno, a razón de una ideología o inclinación.

Al ser antropomorfos, los animales ficticios se despojan del comportamiento bestial, volviéndose racionales, no instintivos; entretanto, la barbarie gana terreno: miles de muertos en el conflicto Israel-Gaza, niños y mujeres en su mayoría; van 647 días de la guerra Ucrania-Rusia; en Puebla, un adolescente le dio una golpiza a un guardia de seguridad, y según se puso en evidencia, los padres del joven también resultaron ser violentos; en Baja California Sur, mientras tanto, tenemos al luchador profesional que de un puñetazo noqueó a su pareja, frente a la hija de ambos.

Reflexionaba a la puerta de mi casa, su casa sobre lo caótico del mundo, la violencia, la inseguridad, esta incertidumbre diaria de qué vendrá, qué nos aguarda a la vuelta de la esquina, cuando un joven llegó y dijo: “¿me recibe un volante?”. “Sí, claro”, contesté; era el panfleto de un político sonriente, y noté que tenía cerca otro volante, que no había recogido, de una rosticería, con un pollo antropomorfo, igual de sonriente, bien vestido el pollo, feliz, con el dedo gordo hacia arriba, en seña de aprobación (igual que el César ante los gladiadores); y pensé en la infinidad de toros fuertes y contentos en la publicidad de las carnicerías, en cerdos gordos y felices donde venden carnitas; en cangrejos, pescados y camarones con el atuendo de cocineros en restaurantes de mariscos; en fin, animales estoicos, siempre estoicos.