El Gran Hermano en el cine

MAYRA VÁZQUEZ LAUREANO
Domingo 03 de Diciembre de 2023 8:38 am
II/II Tuvimos un
primer acercamiento a la película, y nos preguntamos si existe alguna similitud
entre la película 1984 y la situación de nuestro país, pues, en ocasiones, la
realidad supera con creces la ficción. La mayor parte de la narración tiene
lugar dentro de edificios y, cuando es al exterior, se remite a escenas con
calles en ruinas y edificios destruidos. Se introduce
primero al personaje de Winston Smith al público y, mediante narraciones de
dicho personaje, se establecen las normas impuestas por el Gran Hermano. Se ve
al personaje merodeando por una tienda de antigüedades, aventurándose poco a
poco a entrar y dar con el diario, acentuando desde el principio el peligro que
corre al tenerlo en su poder. El
protagonista comienza a tener interacciones inapropiadas con Julia, la mujer
del Departamento de Ficción, que culminan en un primer encuentro sexual. Es
entonces cuando debe confiar en ella, y en el dueño de la tienda de
antigüedades, quien le renta una habitación donde sus encuentros con Julia se
vuelven frecuentes. Sin embargo,
se descubre que el dueño de la tienda se encargó de que el Partido los
mantuviera vigilados todo el tiempo. De Julieta nada se sabe desde su arresto.
Smith, por otra parte, se encuentra dentro de la celda del Ministerio del
Pensamiento. Al final de la película, Smith es torturado al grado de rebobinar
todo cuanto sabía. Acto seguido, se le ve hablando con Julia de nada
trascendental, y totalmente renovado, devoto al Gran Hermano. En todo
momento se maneja el suspenso. Se sitúa al personaje principal en situaciones
en las cuales no está seguro quién es su enemigo o su aliado. Desde que tiene
el primer desliz con la mujer del Departamento de Ficción, se sabe que pueden
descubrirle, y que dicha actividad clandestina y penada acarreará consecuencias
para ambos. Entonces, tanto el protagonista como los espectadores de la
película deben prestar atención a los detalles de cada situación o escena en la
que algo (o alguien) pueda delatarles, así como de la dudosa lealtad de los
personajes que coinciden con Smith. La primera y
la última toma de la película se centran en el rostro del Gran Hermano que se
transmite por las telepantallas. La historia termina lejos de donde comienza,
sin embargo, hay cierta convergencia en cuanto al control ejercido por el
discurso: inició con los Dos Minutos de Odio y la euforia; el punto culminante
habla de una cruel y sangrienta victoria sobre Eurasia, y un resquicio de
esperanza sobre el fin de la guerra que tanto se ha prolongado. La obra de
Orwell y la adaptación cinematográfica cargan consigo un mensaje poderoso sobre
el totalitarismo, y las consecuencias de un control cedido al poder encargado
de gobernar. La película 1984 proyecta una posibilidad dentro de nuestra
temporalidad: la posibilidad de una sumisión total y de una sociedad
ensimismada. Hasta cierta
medida, la distopía es un concepto lejano, que llega con cautela. La
indiferencia con la cual se delega el control sobre nuestra información, se
acrecienta. Todos pueden saber ahora dónde estamos, qué pensamos, con quién nos
relacionamos; la mínima consciencia de este hecho es capaz de incomodar, por
eso se ha dejado de lado.
La película
y, en general, la novela 1984 me parecen una llamada para atender algo que
hemos postergado: el control de nosotros mismos, de nuestras ideas, del
ejercicio de un libre albedrío perdido por ahí. La distopía ilustrada en esta
obra literaria llevada al cine nos deja con un shock por la posibilidad de
pisar el umbral de lo que nos espera, y una contundente frase que nada tiene de
mentira: El Gran Hermano te observa.