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Desigualdad e historia de México



VIDAL LLERENAS


Viernes 23 de Febrero de 2024 8:17 am


Recientemente el economista Diego Castañeda publicó Desigualdades. Se trata de una historia económica de México que analiza diversos periodos históricos y se enfoca en explicar cómo la desigualdad en términos de ingreso se ve afectada por ellos. El texto se sitúa en la discusión internacional sobre desigualdad y permite comparar el caso mexicano con otras naciones. La tesis principal es que la alta desigualdad que se registra en México a lo largo de su historia disminuye ligeramente o se incrementa como resultado de fenómenos como guerras, reacomodo de elites o ganancias en fortaleza del Estado, periodos de paz e industrialización. La alta desigualdad es un fenómeno permanente.

Las guerras pueden derivar en una disminución en la desigualdad cuando son guerras desastrosas, en donde el Estado toma u obliga a los grandes capitales a financiarla, como es el caso de la invasión estadounidense a México. Es distinto el caso de guerras internas, como la de los centralistas contra los federalistas, o la de liberales contra conservadores, financiadas por agiotistas nacionales o gobiernos externos. Se trataba de fenómenos de conflicto extenso, aunque menos destructivos, que permitían a ciertos sectores acumular ganancias.

En el caso del Porfiriato, la bonanza económica producto de la estabilidad, la inversión en infraestructura y la modernización económica, generaron crecimiento, pero fue capturado por una clase empresarial rentista que evitó la apertura comercial, capturó ganancias monopólicas y se benefició de políticas laborales que en ciertas regiones del país eran cuasiesclavistas. La desigualdad porfiriana corresponde a la gran época de desigualdad mundial, la Belle Epoque.

La revolución también trajo destrucción, entonces redistribución, porque bienes y riquezas cambiaron de manos, además de que las políticas laborales modernas mejoraron la desigualdad del país. Después, en los años de la guerra y la posguerra, los salarios disminuyeron, muy posiblemente por la mayor inversión en capital. La creación de instituciones de seguridad social pueden haber incrementado los beneficios de los sectores urbanos de clase media sobre el campo, que se vio perjudicado, por lo que la desigualdad también se vio afectada.

Después, en el desarrollo estabilizador, el alto crecimiento incrementó salarios y por tanto mejoró la distribución del ingreso. Después, las crisis de 1980 y las políticas de apertura discriminada con inflación incrementaron la desigualdad, que después se mantuvo constante por la estabilidad económica y de precios desde 1990. En años recientes, la mayor política social y políticas laborales en favor del trabajador tuvieron cierto impacto en reducir desigualdad.

La desigualdad en México disminuye poco cuando existen factores que la impulsan, como políticas laborales progresistas y fenómenos que impulsan el salario. Incluso en periodos de paz y crecimiento, la desigualdad incrementó porque existen agentes económicos que, por distintas razones, pueden capturar el Estado, por lo que obtienen rentas extranormales y pueden quedarse con las ganancias del crecimiento.

La falta de una reforma fiscal que grave de manera adecuada la renta, la propiedad y las ganancias financieras, así como la debilidad crónica de las instituciones públicas, explica por qué México es uno de los países más desiguales del mundo. El punto es que aceptamos más desigualdad de la que deberíamos tener porque nos cuesta mucho hacer políticas públicas que la redistribuyan.