LA PALABRA DEL DOMINGO
ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ
Grano de trigo que muere y da vida (Jn 12, 20-33)
Domingo 17 de Marzo de 2024 8:26 am
En nuestro mundo es difícil entender las palabras de
Jesucristo que el Evangelio de hoy nos recuerda. Esta expresión de Jesús, tan
sencilla, está llena de toda fuerza: “Si el grano de trigo sembrado en la
tierra no muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”. Es decir,
para dar fruto, para comunicar vida, amor y esperanza, es preciso no escatimar
la lucha, el sacrificio. Aunque esto parezca un camino de muerte, es un camino
de vida. El ejemplo nos lo dio Jesús, quien para redimirnos del
pecado y de la muerte, no escatimó ningún sacrificio: insultos, persecuciones,
traiciones, dolores y muerte de cruz. Jesús cargó con el peso de todos nuestros
pecados y se entregó a la muerte como grano de trigo para darnos la vida. No
hay Pascua sin cruz. Ese fue el camino de Jesús y ese debe ser nuestro camino. Pongamos la mano en el corazón y veremos que nuestra
historia está llena de infidelidades al plan de Dios. No tomamos en serio a
Dios, solamente nos interesa tener más dinero, belleza, sexo, poder y todo lo
que podamos acaparar para satisfacer nuestro egoísmo. Nuestro grano de trigo está sembrado en las realidades de
cada día, en nuestro propio interior, en la familia, en el mundo que nos rodea.
Con la gracia de Dios, vamos a hacer fecundo nuestro grano de trigo. Tenemos
que morir a las cosas que nos apartan de Dios y hacer frente a las
contrariedades que resultan de ser auténticos testigos de Cristo, viviendo y
propagando la fe. Esto no solamente tiene sentido, sino que el sufrimiento, a
los ojos de Dios, tiene valor de redención, es decir, se entra a colaborar
plenamente a los sufrimientos de Cristo para la redención del género humano. No hay que desanimarse. Reconozcamos las realidades de
nuestro egoísmo, demos un cambio a nuestra vida y sigamos a Cristo. Con Su
gracia todo es posible. Los que lo han seguido han tomado a Jesús en serio y
han hallado en el sufrimiento de cada día, en la lucha dolorosa contra las
malas pasiones, un gozo que nada ni nadie, ni la muerte puede arrebatarles. Paradójicamente, ese camino de cruz produce satisfacciones
que el mundo no puede comprender. Estaremos llenos de alegría amando a Dios
sobre todas las cosas y compartiendo con el prójimo nuestra vida y todo cuanto
somos y tenemos.
Amigo, amiga: Cristo en la Eucaristía es el grano de trigo
que con su muerte y resurrección se ha convertido en pan de vida, para
participarnos la plenitud de su gracia en nuestro caminar al Reino de Dios.