RAZONES
JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
Semana Santa de sangre
Lunes 01 de Abril de 2024 8:26 am
Fue una Semana Santa pasada por sangre. Nada como el
asesinato de Camila y la turba que terminó matando a golpes a la mujer que
supuestamente la asesinó. Lo ocurrido en Taxco es la mayor demostración de la
absoluta incapacidad de las autoridades no sólo de prevenir el delito, sino
incluso de realizar las acciones más elementales: detener a presuntos
delincuentes que están identificados desde horas antes, filmados, localizados. No es verdad que no se pudo contener a la gente que buscaba
justicia en Taxco: desde la madrugada del jueves se tenía identificados a los
presuntos secuestradores y asesinos, había imágenes de cámaras de vigilancia
sacando a la niña ya muerta de esa casa. Los padres de Camila no fueron
atendidos en el Ministerio Público de Taxco y tuvieron que ir hasta Iguala:
allí dejaron pasar horas hasta iniciar investigación y mucho más para pedir las
órdenes de aprehensión. La gente había comenzado a reunirse frente a la casa de los
secuestradores desde la mañana, como pasaban las horas y nadie actuaba
comenzaron a tratar de entrar a la casa, pero no lo hicieron casi hasta las dos
de la tarde. Los policías que estaban ahí ni detuvieron a los asesinos y se los
llevaron ni impidieron el paso de quienes querían hacerse justicia por propia
mano. Después durante los momentos terribles de violencia ejercida contra la
mujer que era la presunta secuestradora ninguna autoridad intervino. La
impunidad exhibida en todas las formas posibles. El presidente municipal minimizó los hechos y terminó
intentando culpar a la madre de la víctima por no cuidarla y de responsabilizar
al estado y la Federación por no actuar a tiempo. Es el mismo que no hace nada
cuando se extorsiona a los transportistas y comerciantes, cuando hubo una ola
de crímenes que obligó a cerrar toda actividad. Todo lo ocurrido con Camila es terrible: una niña que va a
jugar a la casa de la vecina y termina secuestrada y asesinada por los padres
de su amiga, violentada, arrojada en una carretera, unas autoridades que no
hacen absolutamente nada, una comunidad harta de tanta impunidad y violencia
que hace de la forma más brutal justicia por su propia mano. Y un dato que no
es menor: la violencia contra las mujeres: la niña Camila asesinada, la
presunta victimaria asesinada con un lujo de violencia que no sufrieron los dos
hombres que fueron sacados también de la misma casa. En la violencia de la
turba, el mayor castigo se lo llevó la mujer, secuestradora o no, porque
todavía no tenemos claro qué roles jugaron los integrantes de esa familia. Todo es una tragedia, pero exhibe el desastre que es la seguridad
en el país. Y el punto central es la impunidad, la ineficiencia, la incapacidad
de procesar hasta temas relativamente sencillos: delincuentes identificados,
filmados, el cuerpo de Camila recuperado. No se puede celebrar el
comportamiento de la gente asesinando a los criminales, pero se entiende cuando
durante meses las autoridades han dejado Taxco, como muchos otros lugares del
país, abandonados. Es la consecuencia de los abrazos y no balazos.
Porque al mismo tiempo se secuestraba a familias canadienses
en la carretera Reynosa-Monterrey; se asesinaba en masa en Guanajuato, en
Oaxaca, en el Estado de México. En Michoacán se asesinaba a otro presidente
municipal, el de Churumuco. En Tijuana la gente también intentaba linchar a
delincuentes que las autoridades no detenían. Y en Sinaloa se secuestraba a 100
personas de varias familias en un hecho que será clave para explicar las
próximas explosiones de violencia en el país.