ALGO MÁS QUE PALABRAS
VÍCTOR CÓRCOBA HERRERO*
Trastornos mentales
Miércoles 10 de Abril de 2024 8:31 am
A poco que nos adentremos en nosotros mismos y en aquello
que nos rodea, constataremos que cuando falta la salud mental se produce una
gran fragilidad que suele germinar en parte de una disolución de la propia
identidad, dejando a las personas sin sitio alguno para poder reinventarse en
sus dificultades, sumado al rechazo de los que se asustan del trastorno y no
saben (o no quieren) acoger y tratarlo. La discriminación y el estigma seguramente nos dejan
hundidos, aunque el objetivo no debe quedarse únicamente en aliviar el
sufrimiento. Hemos de iniciar la transformación y concepción de los instintos y
de las estructuras sociales hacia un nuevo modelo de desarrollo que cuente con
cualquier ser humano a la hora de preparar un porvenir mejor para todos. No olvidemos
jamás que el padecimiento cerebral es el opresor más temible y terrible. Muchas de estas inseguridades se curan con vasos
comunicantes. No hay mejor avance que pasar de la supervivencia a la dicha, a
ese bienestar que todos deseamos conquistar y que comienza en el propio hogar.
Una educación que no sea sensible a cualquier malestar o dolencia, marchita el
corazón y hace que los jóvenes estén insensibilizados respecto al sufrimiento.
En consecuencia, reafirmar y promover la plena realización de todas las
libertades fundamentales de las personas con hiperactividad, ansiedad, autismo,
trastorno bipolar o de conducta, en igualdad de condiciones con los demás,
aparte de ser algo justo para hacer realidad el sueño de una sociedad
inclusiva, nos insta a comprendernos en la diversidad. Por desgracia, el
contexto social no siempre acepta a los enfermos mentales con sus limitaciones,
lo que dificulta hallar los recursos. La situación humanitaria en el mundo es devastadora; la
intensidad y el alcance de las hostilidades nos están dejando sin palabras.
Todos estos padecimientos que nos sembramos muchas veces unos hacia otros, nos
dañan. Nos conviene, pues, a todos hacer examen de conciencia; al menos para
adiestrar la voluntad e instruirnos en nuevas líneas de acción, como puede ser
invertir mucho más en la salud mental de niños y adolescentes, lo que implica
mejorar no sólo el rumbo sanitario, sino también en la prosperidad humanística.
El papel de la comunidad asistencial debe ser prioritario en un mundo globalizado,
pero no fraternizado.
Integrando y ampliando las intervenciones, tanto efectivas
como afectivas, en los sectores de la salud, la educación y la protección
social, es como se promueve un mejor entendimiento de la salud mental.