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DE AYER Y DE AHORA



JAIME ROGELIO PORTILLO CEBALLOS

Palabras en emotivo reencuentro


Domingo 14 de Abril de 2024 9:02 am


NOS reunimos 23 compañeros y compañeras de la preparatoria (generación 1967-1969) el pasado 22 de marzo, después de 55 años de haber egresado. Me tocó dirigirles las siguientes palabras: Compañeras y compañeros, amigas y amigos, hoy es un día muy especial. Después de más de 5 décadas nos reunimos varios que teníamos tal vez décadas sin vernos o saber uno de otro. Hoy es un día de reencuentro, 

es un tiempo dedicado a recordar, a reconocernos, a ver cómo el tiempo y la vida nos han tratado.

Recordar es volver a vivir. Así, nuestra mente y sobre todo nuestro corazón se transportan hacia aquella época llena de ilusiones e inquietudes de preparatoria. 

Y hacía allá vuela nuestra mente: hacia ese edificio que había sido hospital civil y se ubicaba donde concluía la calle 27 de septiembre en el Colima de aquella época.

Ese lugar albergó no sólo nuestra escuela sino nuestros sueños, expectativas e intereses, y también fue testigo de nuestro despertar a la vida juvenil y adulta. Fue la preparatoria la época de la adolescencia, de los 15, 16, 17, 18 años o más en donde estaba presente la exploración de una vida que se abría ante nosotros y empezaba a demandar nuestras propias decisiones. 

Vivimos los cambios propios de esa etapa de la vida, las transformaciones físicas, psicológicas, sociales y sexuales que harían de nosotros y nosotras las personas que hemos sido.

Pero estamos aquí para festejar un reencuentro. Para 

redescubrirnos, para recordar y disfrutar de todos aquellos momentos que vivimos en nuestra preparatoria. Es difícil resumir en pocos minutos el cúmulo de vivencias, experiencias, inquietudes, sueños y aprendizajes que tuvimos. Como en una ráfaga mencionaremos algunas personas, momentos y circunstancias. 

Los maestros llenan un gran espacio: recordemos a Goyito Macedo con Literatura Universal e Hispanoamericana. También con la Historia de México, donde aprendimos no solo las luchas por nuestra independencia en nuestros textos, sino que, gracias a un viaje, constatamos en el lugar de los hechos lo realizado por los Insurgentes y el padre Hidalgo al darnos independencia, patria y libertad.

Del maestro Jorge Portillo recordamos no solo su enorme anatomía, sino su particular modo de abordar las clases y derramar sus conocimientos sobre los grandes pensadores y sus sistemas filosóficos. De nuestro maestro de Etimologías, Carlos Torres Téllez, recordamos su amor por el estudio del origen de las palabras y la utilidad que en la vida diaria, y sobre todo de las ciencias, tiene el dominio de las etimologías grecolatinas del español. Muchos más maestros fueron nuestros modelos y guías en distintas materias. Evocar las clases de Biología y Matemáticas de los maestros Hugo y Mario Enríquez; de Anatomía, Fisiología e Higiene del doctor Eduardo Llerenas; de inglés con Norma Saucedo; Derecho con Miguel Carrillo Huerta, de Sociología con Miguel Flores Puente; de Psicología con Salvador Rodríguez, entre otros.

Múltiples vivencias y variadas anécdotas tuvieron lugar en aquella época. Pero dentro de todo lo vivido, destacó la camaradería que se vivía y fundamentalmente la amistad que brotó y que sigue vigente hasta nuestros días.

La amistad siempre es provechosa. La amistad redobla las alegrías y divide las penas a la mitad. Es apoyo mutuo, es benevolencia recíproca. La amistad es una de las necesidades más apremiantes de la vida; nadie aceptaría ésta sin amigos, aun cuando poseyera todos los demás bienes. Los amigos son un refugio ante los problemas y reveses de todo género. En la enfermedad y en la cárcel se conoce al amigo. La amistad no solo es necesaria, sino que además es bella y honrosa.

Compañeros y compañeras, amigos y amigas: ¡Sigamos caminando por el sendero de la vida; sendero siempre iluminado por el sol del amor y por la belleza de la amistad! ¡Viva nuestra generación 1967-1969!