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ALGO MÁS QUE PALABRAS



VÍCTOR CÓRCOBA HERRERO*

Resistencia y continuidad


Domingo 14 de Abril de 2024 9:13 am


LA realidad nos implica y compromete a todos, cada cual desde su situación y quehacer cotidiano, con absoluto respeto a la diversidad, mediante la promoción de la alianza y el compromiso con el hábitat que nos circunda. Tenemos que sustentarnos entre sí, a través de una mirada global, aparte de cultivar el buen ánimo sin distinción alguna y engendrar otro espíritu más armónico, para que nadie se sienta excluido o favorecido por su identidad concreta. Tenemos que despojarnos del aluvión de inhumanidades que nos circundan, de la deshumanización que nos acorrala, de la brutalidad de los conflictos y, en su lugar, hablar de concordia, que es la verdadera expectativa de las personas con alma, fecundas en el diálogo, en amistad y en proyectos de bien.

La desgana nos está impidiendo aprovechar nuestra interdependencia, así como nuestras variadas capacidades, para hacer frente a los numerosos retos que se nos presentan a diario. La acción colectiva es un fracaso total, cada ser se mueve en su terreno y con los suyos. Tenemos que fraternizarnos. Urge restablecer los vínculos de hermanamiento. Por desgracia, impera en todo el mundo una polarización política y social, que supone una grave, gravísima, amenaza para nuestro bienestar y seguridad.

Este fuerte virus de individualismo que padecemos, tremendamente globalizado, todo lo debilita y desestabiliza, lo confunde y lo desnaturaliza, comenzando por los vínculos familiares y terminando por la acción comunitaria. No podemos ignorar el odio que se vierte, el abuso permanente y la explotación de menores, el abandono de ancianos y enfermos, las distintas formas de corrupción y crimen. La atmósfera es en realidad cruel, y los espacios por los que nos movemos tampoco fomentan el encuentro. 

La desconfianza como la indiferencia, no sólo es inquietante, sino verdaderamente sanguinaria.

El nivel de violencia al que hemos llegado nos está dejando sin palabras. Esto debiera remover nuestros interiores para poder afrontar la situación, con la voluntad de apuntalarnos entre sí, a través del abrazo sincero y la mirada tranquilizadora. Al fin y al cabo, nuestra misión común ha de ser trabajar la quietud, respirar el aire conciliador y disfrutar del horizonte de los caminos reconciliados. Olvidemos la ley del más fuerte, que se basa en la falsedad y en provocar tragedias, sembrando terror. Toca reforzar las operaciones de paz y abordar la imposición del verso como agentes de corazón y vida.