Alto riesgo: compra de voto
ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA
Martes 16 de Abril de 2024 8:49 am
Uno de los tantos riesgos a los que estamos expuestos como
ciudadanía es a la normalización de una de las prácticas corruptas de las que
están plagados los procesos electorales: la compra desmesurada y descarada de
votos, implementada originalmente por el PRI, y hoy día heredada a todos los
partidos contendientes. Desafortunadamente no es la única herencia que han adoptado
las demás organizaciones políticas; predomina en la mayoría la imposición de
prospectos para contender en diferentes posiciones que no siempre cumplen con
la idoneidad suficiente para ser aceptados o aceptadas por quienes ejercemos el
voto. De ahí que, partiendo de la idea de ganar por ganar o que el fin
justifica los medios, se recurre a la compra de votos. A este respecto, y haciendo uso por demás caricaturesco del
meme, ya pululan en todas las redes sociales ofertas en el precio de cada voto.
En el inconsciente colectivo ya está instalada esta maniobra partidaria y da la
impresión de que existen votantes que ya están esperando, como en una subasta,
quién da más. El peligro más grande que veo es que quienes tienen mayor
acceso y manejo de redes sociales son adolescentes, y pueden ver una
oportunidad de dinero rápido y sin esfuerzo, anidando en su cerebro
preconcepciones de que así es la política, y dar continuidad a la cadena de
corruptelas con que se manejan no solo los partidos, sino todo el aparato
burocrático, considerada como una de las pestes más difíciles de erradicar. Los pactos de civilidad solo cubren uno de los tantos
requisitos a los cuales están obligados los actores sociales, pero no obliga a
los partidos a detener dos prácticas que enturbian sustancialmente los
procesos: los acarreos y la compra de votos. Para detener esto, se tendría que
imponer multas lo suficientemente altas y procesar a quien incurra en ello. Tampoco es suficiente que las quejas se expresen mediante
redes sociales, pues ya en los hechos nadie se atreve a impugnar vía legal,
probablemente la parsimonia con la que se conducen los aparatos electorales
para resolver este tipo de asuntos se instale en el desánimo de quienes sí
estarían en la disposición de hacerlo.
¿Cuál será nuestra tarea como sociedad civil? Promover el
ejercicio del voto como un derecho ciudadano de manera voluntaria, no
coaccionado, razonado e informado, y hacer uso de nuestro derecho a la denuncia
de esta práctica que ya empieza a dar sus asomos de manera consistente.