INNOVEMOS ALGO ¡YA!
MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA
Otros datos
Viernes 26 de Abril de 2024 8:18 am
Pocas personas son capaces de enfrentar la realidad
referente al abuso sexual infantil, tema del que hemos venido hablando, porque
no basta con saberlo o señalar la paja en el ojo ajeno. De una forma u otra,
todos somos responsables cuando un abuso infantil sucede. Se sabe que, a través
del tiempo, adultos socavan la inocencia de infantes, pero como hoy en día,
nunca. Las cifras solo pueden despertarnos una alarma de urgencia absoluta. Nos
toca revertir el daño y detener tal barbarie. Tendemos a evadir lo que no nos es grato, y esa actitud ha
creado realidades tales como que México es el país número uno en abuso sexual
infantil. En mayoría, las niñas son abusadas, pero los chicos también lo son, y
si no empezamos a romper el silencio, ese 21 por ciento de incremento en abuso
sexual infantil en México entre 2022 y 2023, las cifras seguirán creciendo
geométricamente, dañando las fibras sensibles de la sociedad. Hoy no debería ser solo un tema bochornoso; urge que se le
considere prioridad para la seguridad nacional, porque los vejados crecerán con
sed de venganza porque no han sido protegidos o atendidos en su trauma y
confusión. La integridad infantil importa para que cuando sean adultos puedan
proteger a sus hijos y tratarlos con el cuidado amoroso que realmente se
requiere. Piénsalo. Si te preguntas por qué existe violencia, tanta
sangre derramada e indiferencia ante el dolor, encontrarás una de sus razones
en esos otros datos, los que en el resguardo de cierto pudor y miedo al
escarnio social, se esconden y gritan su asfixiante existencia desde los
síntomas de una sociedad que se desmorona cada vez un poco más. Cuando una víctima de abuso sexual infantil crece y logra
una vida aparentemente normal, no se le exime del dolor, la confusión y la
despersonalización que en silencio se guarda. Son temas que no se tocan ni
discuten, y asuntos que, de no atenderse en terapia, seguirán de generación en
generación, como si haber sido víctima fuese permiso para que la nueva
generación también lo viva; es una tradición macabra que en algún punto debe
terminar. Cuando un adulto que fue víctima de maltrato o abuso
infantil se regala la oportunidad de mirar ese pasado incómodo y lo sana, estará
liberando a las futuras generaciones de vivir el mismo infierno. El que tú
hayas vivido algo horrible no significa que ello deba ser la herencia de tus
hijos. Por eso y más, innovemos algo ¡Ya!