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ALEJANDRO BERNAL ASTORGA

Debates


Sábado 27 de Abril de 2024 10:41 am


El debate es una discusión pública entre dos o más contendientes a un mismo cargo de elección popular, bajo un esquema y mecánica previamente establecidos. Su objetivo debería ser el intercambio de ideas, en un marco de respeto y civilidad entre los participantes.

En los próximos días tendremos la oportunidad de ver o escuchar debates de las y los candidatos a puestos de elección popular, y al fijar una postura sobre quienes participan o la pertinencia de sus propuestas, es útil considerar lo siguiente:

El desempeño de las y los candidatos es planeado: su lenguaje verbal y corporal, vestimenta, exposición y manejo de la información son producto del aleccionamiento de sus estrategas; la actuación prevalece sobre la improvisación para no correr riesgos.

Las estrategias de las y los candidatos se definen por el lugar que ocupan en la contienda. Quien encabeza las preferencias es más conservador o conservadora y asume menos riesgos, ya que juega a no equivocarse y mantener su ventaja. Quienes van abajo corren riesgos y son más agresivos, buscando capitalizar oportunidades o que sus contendientes cometan errores.

En la calidad de quien debate, el fondo y la forma deben sumar; tras el fondo se encuentran los argumentos (propuestas bien soportadas en evidencias y con acciones viables), y en la forma está la capacidad para generar momentos memorables durante el debate (por la capacidad para trasmitir, convencer o evidenciar a un contrincante) y posicionarlos en la mente del votante.

Cuando no hay argumentos, las y los candidatos explotan más la forma y basan su participación en un debate en la explotación de sentimientos más que en la razón; desacreditar sin pruebas a sus oponentes, calumniar, hacer ataques personales infundados, victimizarse o comportarse como mitómanos, es parte de la estrategia.

En algunos debates, el listado de promesas es interminable; la prioridad en ese momento es sumar votos y ganar. Cómo lograr lo que se promete o de dónde obtener recursos para financiar las promesas hechas, es secundario. En estos casos, el fin justifica los medios, y la repetición de este círculo vicioso genera abstencionismo.

Es frecuente que, al término de un debate, las y los candidatos se declaren vencedores, pero el electorado tendría que ser el verdadero ganador, en la medida que haya obtenido información para decidir por quién votar en las próximas elecciones.