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¿Ya encontraste lo que buscas?



RUTH HOLTZ*


Sábado 27 de Abril de 2024 10:33 am


En general todos estamos en una constante búsqueda de un “no sé qué”. Algunas personas suelen perderse en mil cosas antes de entender su naturaleza de buscadores; buscan el reconocimiento, el amor de pareja, el dinero, tener una casa, un coche, una familia, encontrar la manera de ser aceptado o pertenecer, viajar buscando algún tipo de experiencia, en fin.

En las mil y un búsquedas vamos acumulando un “no sé qué”, experiencia, sabiduría, dolor, alegrías, desazones, satisfacciones e insatisfacciones. Y allí no acaba la cosa, seguimos buscando afanosamente. Mucha de la ansiedad, la tensión en las relaciones, los conflictos que se viven son fruto de lo que no se encontró, de forzar ciertas cosas en la esperanza de encontrar ese “no sé qué”, y conforme vivimos así vamos tejiendo lo que somos. Es como hacer puntos en nuestra alma para ir apareciendo un tejido.

De todos modos hay personas que no se quedan tranquilas, que no son felices, que están permanentemente inconformes porque no ven el tejido, sino que siguen esperando encontrar ese “no sé qué” que por fin los llene, les dé paz y los haga felices. Somos eternos buscadores de completar nuestro ser, de crecer, de moldear nuestras circunstancias, de crear nuestro hogar, ese lugar donde nuestro corazón siente la plenitud.

Pero quien no sabe buscar, confía que las cosas se den como espera, y sigue creyendo que hay algo que, si lo tuviera, sería feliz, sufre. Cree que fue porque no tiene ese bien material o porque no es amado por cierta persona. Tal vez es porque su madre lo aprisionó, porque su padre lo golpeó, o porque fue abandonado. La verdad sólo se encuentra después de un proceso de liberación del sufrimiento, una conquista de ese espacio inconsciente en su interior y de la sanidad de su cuerpo maltrecho por las emociones reprimidas y los mensajes internos ignorados. 

Posiblemente este proceso sea su psicoterapia, y sólo entonces acepte que la búsqueda es de sí mismo, de valores como el amor, la verdad y la bondad como prácticas cotidianas, y el disfrute del fruto de la interrelación con los demás en ese nivel de satisfacción de quien acepta las cosas como son, goza de los detalles cotidianos y del solo ejercicio de estar vivo y sentir amor libre de heridas, resentimientos, celos o envidia, sólo amor incondicional. Esto se llama espiritualidad y es parte fundamental de todo proceso psicoterapéutico: amarse a uno mismo y a la vida.

 

*Psicoterapeuta

 

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