La historia como oficio

MAYRA VÁZQUEZ LAUREANO
Domingo 12 de Mayo de 2024 8:08 am
Toda época está en
relación directa con Dios y su valor reside, no
en lo que resulta de ella, sino en su propia
existencia, en su propio yo. Leopold Von Ranke Podemos referirnos fácilmente a la historia como la
narración de una cadena de acontecimientos (públicos o privados) sucedidos
desde la antigüedad hasta nuestros días. Aún hoy es usual confundir los
términos historia e historiografía, cuando la segunda se enfoca en estudiar lo
que se escribe de la primera. Sin embargo, para poder llegar a estos conceptos
previamente establecidos, tuvo que pasar mucho tiempo en que el concepto de la
historia y su oficio propio se deducían, se derribaban y se reconstruían varias
veces. Las disputas más conocidas sobre el concepto de la historia
son las percepciones de Hegel, para quien la historia era desarrollar el
registro de las ideas, y de Marx, quien la tomaba como parte de la naturaleza
humana. No obstante, estas fueron aportaciones que, a lo largo del tiempo, se
fueron ampliando con ayuda de otros pensadores; vale la pena retomar un poco de
la historia del oficio de la historia para reconocer los diversos conceptos por
los que transitó el oficio del historiador y sus contextos, tema del que habla
Tulio Halperin Donghi en La historia como oficio. Un testimonio sobre l’École
des Hautes Études en Sciences Sociales. A finales del siglo XIX, el historiador alemán Ernst
Bernheim publicaría Lehrbuch der historischen Methode, mientras en Francia, dos
hombres importantes para el pensamiento historiográfico, Charles Seignobos y
Charles Victor Langlois, cocrearon Introduction aux études historiques Ambas
obras fueron detonantes, junto con el contexto histórico del siglo, de la
creación de dos escuelas históricas dentro de Alemania. Fue Leopold Von Ranke,
considerado como el padre de la historia científica, quien logró encontrar un
punto convergente entre ambas ideas. Es entonces cuando nace un pilar en el concepto de la
historia y el historiador. Ranke establece que la historia es totalmente
inherente al ser humano, y el historiador será solo el medio por el cual la
historia hable. Las principales influencias sobre Ranke fueron Walter Scott y
Barthold Georg Niebuhr, por lo tanto supo ponerse en un punto medio. En 1854,
en el curso de las conferencias que pronunció ante Maximiliano de Baviera, dijo
que la tarea del historiador era narrar cómo propiamente habían ocurrido las
cosas y ello los obligaba a considerar cada época en sí misma “como ante Dios”. Cuando Ranke renunció a caracterizar normativamente la
tarea del historiador, esta se acercó más a un artesano que a un científico.
Debido a que anteriormente la apologética católica era el único grupo que
examinaba los textos sagrados y los estudiaba fervientemente, se desató una
notoria inconformidad cuando los historiadores comenzaron a hacer lo mismo con
cualquier texto, sin importar que fuese o no inspirado por Dios. El camino por el cual se forjó el historiador no fue
sencillo. Halperin señala: “Quienes primero avanzaron por ese camino fueron
recibidos con escándalo, y los más audaces sufrieron duros castigos, pero unas
décadas más tarde se asistiría a la creación por el Vaticano de institutos de
investigación histórica acerca del origen de textos cuyo carácter inspirado
seguía por otra parte reivindicando”. Para 1910, cuando la joven Latinoamérica daba sus pininos
como un conjunto de naciones independientes, y con el oficio del historiador
más maduro que en otras épocas, comienza a tomarse en cuenta la capacidad de
Hispanoamérica para profesionalizar la historia como oficio, principalmente en
Argentina. La historia de la historia se asemeja a la elaboración de
la una taza de barro. Sus cimientos se fueron desarrollando de a poco y se
extendieron con el deseo de que se tomara la historia como parte fundamental de
la vida humana. Se construyó, destruyó y reconstruyó, dando pasos calmos hacia
su destino: establecerse como una ciencia, como un objeto de estudio que
pudiera ser examinado a profundidad.
Los conceptos por los que pasó la historia para llegar a
ser reconocida como un oficio fueron varios, compartidos o confrontados, pero
se consolidó su concepto como oficio al final de cuentas gracias a los
historiadores, que fueron capaces de tomar de la mano el concepto y llevarlo
hasta donde creían pertinente, aun cuando chocaran entre ellos.