El mirador de Ventanas

CARLOS ALBERTO PÉREZ AGUILAR
Martes 21 de Mayo de 2024 7:59 am
Del mirador de Ventanas, en Manzanillo, tengo grandes
recuerdos. Hasta la fecha, aunque llevo tiempo que no lo frecuento, es uno de
mis lugares favoritos y mi lugar de escape en los momentos más complejos. En la infancia lo fue, primero, acompañado de mis padres
que, por gusto, me llevaban a ver los atardeceres desde el rompeolas, y hace
más de 30 años, observar aquella fábrica de luz brillar sobre la laguna. De la niñez recuerdo campamentos con los Scouts en la zona
de las playas El Viejo y las caminatas por los cerros hasta La Cruz; celebro
que estas áreas sigan vírgenes y no explotadas. Ojalá nunca les alcance la
privatización. En mi adolescencia solía hacer ciclismo de montaña en esa
ruta. Los descensos eran espectaculares al escuchar el crujir de las llantas
sobre la terracería y los derrapes repetidos al transitar por los senderos representan
grandes retos en el suelo rocoso y árido. El mirador de Ventajas se seguía resquebrajando con el paso
del tiempo, por el golpe de las olas. Quienes vivimos nuestra adolescencia con
la libertad del Manzanillo de 1997 sabíamos que ir en pareja era un compromiso
de lealtad cuando se marcaban los nombres en los tetrápodos, a veces, cubiertos
de cangrejos. Esas experiencias siguen vivas, porque no era coincidencia
que este sitio con una vista privilegiada al horizonte marino, a la caída del
sol cada tarde, se repitiera en mi experiencia de vida, una y otra vez. Pescar desde el puente de Ventanas era un pasatiempo de
amigos; lanzarse un clavado, un acto de valentía; chapotear en la playa de El
Tapo formó parte de la vida de las y los manzanillenses que sólo queríamos
disfrutar del mar. Por muchos años este rincón de la ciudad vieja de
Manzanillo se fue quedando alejada, apartada, se fue oxidando junto con su
puente, y viéndose sólo como un lugar de paso para trabajadores o quienes
mantenían vivo el añejo puerto. Ventanas perdió su encanto, el puente estaba derruido, la
playa sucia, seguían comercios de buena comida, con un gran sazón, pero poca
imagen. Ir a El Tapo dejó de ser bien visto.
Todo pasó y el olvido no llegó. Este domingo vi las
fotografías de la remodelación de este histórico balneario, del acceso al
mirador, la reconstrucción del puente y el área turística. No me queda más que
dar las gracias porque se revitalizó por completo toda una zona, tal vez, como
alguna vez lo imaginé. Me alegra saber que El Tapo y Ventanas tienen futuro y
eso, para mí y mis memorias, es más que esperanzador.