PUNTO CENIT

MAYRA EDITH MARTÍNEZ
La carrera de la vida
Miércoles 19 de Junio de 2024 8:00 am
La más grande carrera se llevará a cabo, una carrera de
obstáculos donde 250 millones de participantes están dispuestos a alcanzar el
objetivo. Solamente uno de ellos llegará al premio: crear vida. Para eso, deberán superar una serie de obstáculos. El
primero es el pH ácido, en el cual no todos los participantes sobrevivirán. El
siguiente obstáculo serán los temibles guardias del lugar: los glóbulos blancos
que, al detectar a estos participantes, no los ven como amables visitantes,
sino como enemigos, e intentarán destruirlos. Los que sobrevivan llegarán a las
numerosas cavidades conocidas como “criptas”, donde muchos de ellos quedarán
varados. El último obstáculo de la carrera es la barrera llamada
membrana pelúcida. Los que llegan previamente deberán romper y debilitar esta
barrera con el objetivo de entrar. Los primeros no lo conseguirán, y débiles y
exhaustos, cederán su lugar a los siguientes. Una vez que la membrana está debilitada, un solo espermatozoide
logrará el objetivo de entrar. En ese momento, el óvulo se cierra y comienza el
maravilloso proceso de la vida. Estudios recientes han demostrado que, aunque
el esperma corre la carrera, aparentemente es el óvulo el que tiene la última
decisión sobre a quién dejará entrar, prefiriendo al esperma que contenga el
ADN complementario. Culturalmente, existe un falso mito que habla de la carrera
de los valientes espermatozoides hacia el gran tesoro, una visión masculina que
presenta al varón como valiente y activo, compitiendo para conquistar a la
mujer que espera pasivamente con el premio: el óvulo a fecundar. En esta visión
siempre se ha considerado al espermatozoide como el proveedor del ADN y al
óvulo como un receptor pasivo. Sin embargo, hoy sabemos que tanto el óvulo como
el espermatozoide tienen roles fundamentales e interconectados. No existe un
papel pasivo o activo; en cada proceso de esta carrera de la concepción, ambos
jugadores deben actuar de manera perfectamente coordinada para lograr el
resultado: dar vida. La vida, que ha comenzado bajo el principio de unidad entre
un hombre que aporta los espermatozoides y una mujer que aporta el óvulo,
convierte a ambos en padre y madre, adquiriendo derechos y obligaciones sobre
el ser que han creado. Este principio de unidad es esencial también en la
crianza. Al igual que en la carrera de la concepción, en la carrera de la vida
es muy necesaria la participación de ambos padres para lograr el pleno
desarrollo de sus hijos. No podemos delegar este cuidado en uno solo; deben
estar presentes ambos. Tener ambos padres presentes y ejerciendo una paternidad
activa permitirá que sus hijos e hijas tengan un desarrollo cognitivo superior.
Niñas y niños con padres presentes se convierten en personas más seguras,
asertivas, capaces de manejar sus emociones y con mejores relaciones sociales.
De acuerdo con el psicólogo Michael Lamb, catedrático de la Universidad de
Cambridge, “los padres promueven en los hijos la capacidad de explorar y asumir
retos”. Desde Punto Cenit queremos recordarte que, bajo el
principio de unidad, la carrera de la vida de las niñas y niños será mejor con
la participación de ambos padres. FB: Mayra Edith Martínez