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INDICADOR POLÍTICO



CARLOS RAMÍREZ

Magnicidios, crimen del poder


Martes 16 de Julio de 2024 7:51 am


El sistema político de EUA acaba de comprobar la fortaleza de su democracia: un intento más de magnicidio cimbró el proceso electoral con el atentado contra su principal candidato, pero con la certeza dramática y brutal de que nada hubiera ocurrido en la vida cotidiana de haberse cumplido la intención criminal del francotirador.

La Segunda Enmienda que permite a los particulares poseer cualquier tipo de armas y crear milicias para defenderse fue un mecanismo del Estado estadounidense en la primera mitad del siglo XIX, cuando el modelo de función divina de EUA para gobernar el mundo vía “destino manifiesto” supo que no podía tener resultados si mantenía apenas 13 colonias en el lado oeste con una extensión territorial de cuando menos 7 por ciento del tamaño actual de EUA. La expansión territorial-imperial para gobernar el mundo requirió de la conquista de las tierras que pertenecían a los indios y a un México dividido.

A partir de la finalización de la Primera Guerra Mundial, y a través de los 12 puntos wilsonianos de hegemonía mundial, EUA se convirtió en el eje, con derecho a intervenir por la fuerza en cualquier parte del mundo para cumplir su objetivo como nación dominante: el modo de vida americano, que en términos de bienestar sigue atrayendo millones de migrantes para cumplir el sueño americano que no es otra cosa que salarios altos en dólares y bienestar a costa de un trabajo que raya en la explotación inhumana.

EUA no puede terminar con el problema de las armas porque el Gobierno y la economía estadounidenses son los principales fabricantes de armas para crear guerras legales y guerras delictivas en todo el mundo, a través del contrabando legal e ilegal.

La doctrina estadounidense de dominación mundial tiene como principio originario el acceso a las armas de cualquier persona, independientemente de la situación psicológica en la que se encuentre. Los datos de violencia y los más de 650 tiroteos masivos anuales desde 2020 se sustentan en la libertad, inclusive con regulaciones a veces estrictas, para tener acceso a un arma en el mercado legal o (de manera mucho más incriminatoria) en el mercado ilegal de armas en las calles de EUA, planteando las evidencias de una complicidad de las autoridades con los delincuentes que trafican con armas dentro del país por un puñado de dólares.

Políticos y ciudadanos, por muchas unas razones, son víctimas de la violencia que se encuentra en el alma imperial de EUA. Si quisiera encontrarse alguna fórmula para disminuir la violencia, el primer paso tendría que darse en la aceptación gubernamental de que EUA ya no intervendrá en ningún conflicto mundial no para poner un orden social, sino para mantener la lógica dominante de sus intereses económicos basados sobre todo en el dominio de los recursos naturales para hacer funcional la maquinaria del capitalismo estadounidense.

Lo peor que hubiera pasado con Trump, de haberse concretado el magnicidio, podría ilustrar el salvajismo de la violencia criminal: en EUA cualquiera puede matar a cualquiera y el modelo socioeconómico y político apenas mirará por encima de sus hombros y dejará que el mundo siga su marcha.

Política para dummies: La política es una forma de violencia.