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INNOVEMOS ALGO YA



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Suaves fronteras


Viernes 19 de Julio de 2024 8:11 am


Cuán delgada es la frontera entre envidiar y anhelar; son esas suaves fronteras entre lo sano y lo tóxico que pocas veces nosotros podemos detectar. La envidia, una emoción acallada y prohibida, es difícil de aceptar. Declarada en filosofía, psicología, tratados espirituales y religiones, me pregunto: ¿por qué no hacemos nada por conocer su fondo y modificar su alcance?, ¿por qué permitimos la destrucción que contiene? Es un monstruo que, si no se observa, crecerá, y un día nos destruirá. Se necesita ayuda para sanar un corazón envidioso, para modificar el dolor, rabia y desolación de no ser, tener o poder lo que el otro sí puede y tiene.

Melanie Klein la define como el sentimiento de enojo cuando otra persona posee y disfruta algo deseable, siendo el impulso envidioso quitárselo o echárselo a perder. Immanuel Kant dice que es ver con dolor el bien de los demás, aun cuando no acarree daño propio. Los proverbios judaicos dicen que es carcoma de los huesos.

La envidia bloquea el pensamiento creativo, genera ansiedad, tristeza y rencor. Se manifiesta en miradas y frases inoportunas, o acciones calculadas para dañar. Altera la química corporal, subiendo el cortisol y deteriorando la salud. Para restaurar el daño necesitamos generar oxitocina y serotonina, algo imposible mientras exista la envidia.

Se recomienda que en un proceso psicoemocional aprendamos a desconectar las motivaciones de tal sentir. Aceptar y confrontar esas fronteras hirientes y nuestras inseguridades y carencias es importante, porque siempre alguien tendrá más y mejor y eso no significa que seamos menos; cada uno está en su propio proceso de evolución. La verdad es que la carrera no es contra el otro, sino un reto personal.

Hablemos con el corazón en la mano con nuestro terapeuta, dejemos que nos acompañe a ser mejores y más dichosos. Abandonemos la costumbre de envidiar, que tanto daño nos hace. Y olvida eso de que solo es “envidia de la buena”, eso no existe. Por favor, innovemos algo ¡Ya! Liberémonos de esta emoción que hiere y abramos paso a la admiración y el crecimiento mutuo.

 

innovemosalgoya@gmail.com