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Bases y conocimiento



JOSÉ LUIS NEGRETE ÁVALOS


Jueves 25 de Julio de 2024 8:09 am


En la existencia humana persiste un rasgo importante en su acontecer, así como en el desarrollo de características, actitudes, aptitudes y hechos que comprueban la forma en el que el entorno en el cual se desenvuelve el individuo, y por consecuencia la propia sociedad, le obliga a plantearse el porqué de las circunstancias, además de tener como herramienta necesaria el aprendizaje y el conocimiento para aventurarse a nuevos desafíos, aludiendo a la justificación de mejorar su calidad de vida.

Se comprende que la curiosidad es otra faceta particular que acerca ese conocimiento, mismo que por definición se entiende como “la información que el individuo posee en su mente, personalizada y subjetiva relacionada con los hechos, interpretaciones,  ideas, juicios y elementos que pueden ser precisos o estructurables” (según Alavi y Leidner, 2003).

De aquí puede partir el siguiente cuestionamiento, a propósito del Sistema Educativo Nacional y la Nueva Escuela Mexicana (NEM): ¿la justificación y valor del conocimiento como elemento de utilidad está dejándose atrás?

Desde el mismo sentido, sobre la educación como base de toda sociedad, la respuesta a la pregunta planteada debe considerarse a partir de la situación que guarda hoy en día dicho proceso en las nuevas generaciones.

Si bien es cierto que los cambios, como se mencionó en este mismo espacio, son favorables, también debe considerarse que este beneficio se da siempre y cuando se tenga presente la mejora real, para evitar en lo posible caer en el acondicionamiento de momentos que afecten o alteren ese rumbo.

Es decir, no deben debilitarse las bases que la propia educación sostiene, en aras de la conformidad política y económica, puesto que las modificaciones radicales en cualquier sentido no llevan a nada bueno; trastocar la educación puede conducir al vacío, a la incomprensión de temas, a la falta de argumentos y de competencias para la vida fuera de las aulas.

La falta de criterio y adaptación a la crisis son previsibles ante el surgimiento de retos que requieran la plusvalía del conocimiento concreto que influye a los diferentes niveles educativos y posteriormente el campo laboral, teniendo como consecuencia la mínima productividad individual y colectiva a mediano y largo plazo.