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Discurso cuestionable



JUEVES POLÍTICO


Jueves 25 de Julio de 2024 8:13 am


Hace una semana hablamos del caso de Paola Bañuelos y cómo, durante la investigación, destacó el hecho de que su presunto agresor era seguidor del influencer Luis Castilleja, El Temach. Ante tal dato y el discurso cuestionable siempre polémico de dicho personaje, es inevitable que salten dudas como ¿quién es? o ¿por qué fue importante que lo siguiera?, entre otras que se abordarán a continuación.

Luis Castilleja, El Temach, es un creador de contenido que inició en YouTube, y su contenido se centra principalmente en brindar consejos a hombres, referentes a su cuidado personal y relaciones amorosas con el sexo opuesto, haciendo una crítica a la sociedad. Hasta ahí todo podría parecer en orden; el problema es que su contenido suele estar marcado por ideas machistas, de ultraderecha, y una percepción de los roles de género que podría no ser la ideal. Por ejemplo, refuerza la noción de que los hombres son quienes deben llevar el control de las relaciones denominándolos “alfas”, o difundir juicios de valor como: “a los hombres les molesta que una mujer gane más dinero”. Estos comentarios despectivos hacia el público femenino han generado varias cancelaciones para este personaje.

La más reciente tuvo lugar el pasado lunes en Querétaro, donde colectivos feministas, disidencias sexuales y artistas se unieron para protestar contra el show “Ellas aman a los cabrones”, que había sido anunciado en el teatro de la ciudad. La Secretaría de Cultura del municipio de Querétaro (que por cierto es gobernado por una administración panista), en apoyo a estos colectivos, decidió suspender el evento, y emitió un comunicado en el que reafirmó su compromiso con la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

Sin embargo, sus seguidores reprocharon este acto, diciendo que era “violación a la libertad de expresión”. Aun así, el influencer se presentó en otro recinto de Querétaro y dijo a los asistentes: “les pediría que (el video) lo suban hasta mañana, nomás por la maldad, ¿por qué? Porque ahorita todas están celebrando: ‘Cancelamos al Temach, no se subió, no vino a Querétaro’; están dando entrevistas, se están colgando la medallita, y pues cómo van a quedar mañana cuando salga el video de que sí venimos y sí nos juntamos”.

En números, El Temach cuenta con 5.8 millones de seguidores en TikTok, y 1.59 millones en YouTube. El 19 de noviembre del año pasado, en el marco del Día del Hombre, se virilizó un video sobre un evento de este creador, donde parecía “bautizar” jóvenes, haciéndoles declarar que “renunciaban al simpeo”, refiriendo al término simp, usado por grupos de ultraderecha de habla anglosajona, que en pocas palabras es designado a hombres que simpatizan con las mujeres o el movimiento feminista.

 

Deuda histórica

 

A pesar de los avances en la lucha por los Derechos Humanos y la igualdad de género, México sigue teniendo una deuda histórica en la tipificación del transfeminicidio. El pasado 18 de julio, el Congreso de la Ciudad de México aprobó la “Ley Paola Buenrostro”, que tipificará el transfeminicidio como delito y se convierte así en la segunda entidad federativa del país en tramitar esta ley luego de Nayarit el pasado 1 de marzo.

En Colima, como en 29 estados, los crímenes contra personas transgénero y transexuales no son reconocidos específicamente en el Código Penal, lo que impide un adecuado seguimiento y justicia para las víctimas. Además, la ausencia de una categoría específica para el transfeminicidio en las legislaciones mexicana federal y en las estatales refleja una falta de reconocimiento de la violencia sistemática y estructural que enfrentan las mujeres trans. Esta laguna legal contribuye a la invisibilización de estos crímenes y a la impunidad de los perpetradores, perpetuando un ciclo de violencia y discriminación.

Según datos de la organización de derechos humanos Centro de Apoyo a las Identidades Trans (CAIT), se han contabilizado 590 asesinatos de personas transgénero en el país entre 2007 y 2022, es decir, 53 transfeminicidios al año, por lo que México es uno de los países con las tasas más altas de violencia contra personas transgénero en América Latina. Sin embargo, la falta de tipificación del transfeminicidio significa que estos crímenes a menudo se registran como homicidios, sin considerar el contexto de odio y discriminación que los motiva.

La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México registró en los primeros 15 días de 2024 el asesinato de cuatro transfeminicidios. Dos de las víctimas, Miriam Noemí Ríos, comisionada trans de MC en Michoacán, y Samantha Gomes Fonseca, activista, asesora y política trans, precandidata al Senado por Morena, fueron mujeres con una activa participación en la agenda pública local, por lo que sus casos también evidencian violencia política de género.

La colectiva Transcontingenta denunció que hasta el 28 de junio de 2024 se habían registrado 31 transfeminicidios en México, uno de ellos en Colima. En 2023, en el estado se registraron nueve asesinatos de mujeres trans y en 2022, cinco.

En el marco del Mes del Orgullo Gay, la activista por los derechos de la diversidad sexual en Colima, Antonella López, señaló la necesidad de tipificar los crímenes de odio contra las mujeres trans como transfeminicidios para tener un registro certero de los casos y trabajar en políticas públicas.

Es crucial que los gobiernos implementen políticas públicas para erradicar las violaciones de derechos humanos y crímenes de odio contra la comunidad LGBT+, especialmente contra mujeres trans. La tipificación del transfeminicidio es una cuestión de justicia, reconocimiento y dignidad para las personas trans.

 

Mujeres olímpicas

 

La primera vez que una mujer participó en los Juegos Olímpicos tuvo lugar en 1900 en el mismo país donde se conmemoran este año. Desde ese año en el que las mujeres incursionaron en competencias como golf y tenis, la participación de mujeres ha ido en aumento; sin embargo, varios países se mantenían al margen hasta que en 2012 cada delegación participante contó con atletas femeninas.

México ha sido uno de los países que mantiene la participación de competidoras desde 1968, terminando esa edición con plata y metal, cortesía de María del Pilar Roldán y María Teresa Ramírez. La primera medalla de oro que condecoró al país fue en el año 2000 de manos de Soraya Jiménez, en halterofilia. Posteriormente, mujeres que han galardonado de oro, plata y bronce a México han sido Ana Gabriela Guevara (atletismo), Belem Guerrero (ciclismo), Iridia Salazar (taekwondo), María del Rosario Espinoza (judo), Damaris Aguirre y Luz Acosta (halterofilia), Paola Espinosa, Alejandra Orozco y Tatiana Ortiz (clavados), Aída Román y Mariana Avitia (tiro con arco), Laura Sánchez (clavados), Guadalupe González (marcha), y María del Rosario Espinoza (justas), destacando como la mexicana más laureada con preseas de oro, plata y bronce en Beijing, Río y Londres, respectivamente.

En la última entrega de dicho evento multideportivo, tres de las cuatro medallas de las que fue acreedor nuestro país fueron obtenidas por Alejandra Valencia (arquería), Aremi Fuentes (halterofilia), Alejandra Orozco y Gabriela Agúndez (clavados); Inmujeres y Conade han seguido de cerca la evolución de la participación femenina en los Juegos Olímpicos a través del informe “Mujer y deporte, una visión de género”.

A pesar de la constante presencia femenina en las disciplinas que conforman los Juegos Olímpicos, el déficit que presenta el tema de una política de género sigue representando un desafío, refiriéndonos a factores como violencia de género, acoso sexual, brecha salarial, y cierto nivel de infravaloración al desempeño de las participantes, mismos que responden a variables culturales, sin mencionar el ya escaso apoyo a nivel nacional hacia el sector femenil.

Otro tema referente a dicha problemática, y con un trasfondo más amplio, es la inducción de amenorrea en atletas que compiten en sectores específicos. Tomar cartas en dicho asunto sería benéfico para las mujeres que califican para estos eventos, siempre y cuando sea abordado desde una perspectiva de género.

 

Brecha en salud femenina

 

Históricamente, la salud de las mujeres ha sido menos estudiada que la de los hombres, lo cual ha dado como resultado importantes lagunas de conocimiento y tratamiento en la medicina.

Este desbalance es producto de factores sociales, culturales y científicos que han prevalecido a lo largo de los años y puede deberse a diversos factores, como son la disparidad de género en la investigación, la financiación insuficiente y la falta de consideración de aspectos fundamentales de la anatomía y salud femenina.

En diversas investigaciones respecto a temas de salud, el sujeto de estudio siempre es el hombre, por el ejemplo, tales como la hipertensión y la diabetes; por lo que fue utilizado como “patrón”, ya que pensaban que el cuerpo de las mujeres siempre respondería de manera similar al de los hombres en estudios clínicos.

Incluir a mujeres en investigaciones implicaba que se debían tener en cuenta factores como el ciclo menstrual y posibles embarazos, y eso conllevaba un mayor costo o grado de complejidad. Debido a ese pensamiento se ignoran las diferencias biológicas y hormonales entre los géneros, lo que da como resultado tratamientos menos eficaces para las mujeres.

La falta de estudios específicos de cómo las enfermedades afectan a la población femenina ha llevado a diagnósticos erróneos o tratamientos inadecuados, lo cual ninguna mujer merece. Un claro ejemplo son los síntomas de un ataque cardíaco, los cuales no son iguales en un hombre y una mujer, pero se asume que ambos presentan los mismos síntomas.

Es de vital importancia aumentar la inclusión de mujeres en los estudios clínicos y a su vez, promover investigaciones que consideren las diferencias biológicas y hormonales entre los géneros.

No es posible que en pleno siglo XXI siga existiendo la poca o nula información sobre enfermedades específicas o que afectan principalmente a las mujeres, como lo es el Síndrome de Ovario Poliquístico o la endometriosis, las cuales son las menos estudiadas y atendidas ya que existe un bajo conocimiento general sobre dichas condiciones.

Lo ideal sería fomentar la inclusión de más mujeres en estudios clínicos, así como aumentar el financiamiento para la investigación de enfermedades que afectan predominantemente a las mujeres, y promover una mayor conciencia sobre la importancia de la salud femenina en la comunidad médica y el público en general.

El contraste respecto a la investigación también prolonga la desigualdad de género en cuanto a la atención médica, contribuyendo a una menor calidad de vida y peores resultados de salud para las mujeres.