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RAZONES



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

Ayotzinapa y falsas declaraciones


Jueves 25 de Julio de 2024 8:11 am


I/II

 

Toda la acusación que construyeron Alejandro Encinas, el fiscal Omar Gómez Trejo y Vidulfo Rosales, asesor de los padres de Ayotzinapa, está basada en los testimonios de sicarios de Guerreros Unidos (GU), que participaron en el secuestro y asesinato de los jóvenes y se convirtieron en testigos protegidos a partir de 2020, muchos años después de haber sido detenidos y de haber confesado sus crímenes, a cambio de obtener su libertad.

El problema es que las declaraciones son inverosímiles, no están sustentadas en pruebas y además son contradictorias con sus propias declaraciones, algunos de estos sicarios reconvertidos en testigos han tenido que brindar hasta 11 declaraciones distintas hasta poder ajustar sus dichos a lo que quería la fiscalía especial. Todo en vano, porque de sus dichos no hay una sola prueba.

El testigo apodado Neto es Ernesto Ramírez Gómez, y su primera declaración es del 22 de febrero de 2021. Ahí dice que otro sicario le dijo que había policías y soldados que trabajaban para GU y que este sicario le dijo que el negro le había dicho que se llevaron las bolsas con restos de los jóvenes con “los verdes” porque estaban tardando mucho en quemarse. No recordaba ni cuándo ni cómo se lo habían dicho.

2 años después, en abril de 2023, dice que no sabía de dónde eran los soldados que supuestamente trabajaban para GU, pero que suponía que eran del batallón de Iguala. Pasa otro año, en enero de 2024, súbitamente Neto recuerda, 9 años después de los hechos, no sólo los rostros, sino nombres completos de los soldados que trabajaban para el cártel. Los reconoce de un álbum fotográfico que le proporcionó la fiscalía, después de que se habían cambiado las medidas cautelares de esos mismos militares que identificó.

Carla es otro testigo estrella, se llama Carlos Leyva González. Dijo en su declaración de noviembre de 2020 que comenzó a trabajar con GU en 2010. Identifica a Sidronio Casarrubias como jefe del grupo y dice que para GU trabajaba un policía ministerial apodado El Guacho y que recibía la droga y las armas en Huitzuco, que los protegían policías ministeriales y estatales y un capitán del Ejército. Identifica a dos militares: a uno, dice, le decían El Boxer, vivía en la colonia El Capire: era chaparro, musculoso, tenía un balazo en el muslo. Ningún elemento militar de la zona coincidió con la descripción de El Boxer, quizás porque en otro momento Neto dice que no era militar sino de la policía municipal.