Cuando lo ilegal se hace costumbre
ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA
Martes 27 de Agosto de 2024 8:24 am
De acuerdo a la Ley que regula el nombramiento de quienes
ocupaban las direcciones de los institutos de las mujeres en el país, estos se
realizaban mediante ternas, permitiendo a las organizaciones de la sociedad
civil apostar por mujeres por trayectoria laboral, compromiso con las causas de
las mujeres, congruencia visible en sus acciones, robusto conocimiento sobre
temas de género y una alta sensibilidad hacia las problemáticas sociales.
Aunque al final del proceso, la máxima autoridad decidía, nos sentíamos
visibilizadas y tomadas en cuenta. A partir de las nuevas administraciones, todo nombramiento
lleva implícito solo el visto bueno de la autoridad, y si el vínculo es
consanguíneo, mejor; ya no importa si conoce o no del tema, o durante su
gestión lo va aprendiendo. Esto último es correcto, solo que en la práctica no
es así, pues la rotación en las responsabilidades es una constante, no dando
oportunidad de aprender lo necesario para cumplir decorosamente con el encargo. Observando cómo ha sido esta dinámica, no es de extrañarnos
que, en la hoy Secretaría de las Mujeres, sea nombrada una mujer cuya currícula
no se ha distinguido precisamente por practicar un feminismo solidario a las
luchas que hemos emprendido las mujeres del país. En su desempeño en el Senado, aparte de aprobar las
reformas enviadas por el presidente de la República, una servidora desconoce
otro producto relacionado con el bienestar de las mujeres. Lo que sí doy por
hecho es el cumulo de faltas a las sesiones porque todo el tiempo se le vio
cumpliendo con los compromisos emanados del partido. En Colima la recordamos cuando, en una conferencia de
prensa, defendió con garra a una denunciante ajena a su partido, por violencia
y acoso laboral por parte de Locho Morán, mismo que en el proceso electoral
bautizó como persona honorable, lo incorporó a Morena y avaló su candidatura. Igualmente, en 2021, violando los estatutos de su partido,
se decantó por acreditar la candidatura de un hombre a la diputación federal,
cuando tocaba una mujer. Desafortunadamente para ella y su partido, su ungido
perdió la elección. Senda contradicción, cuando la mayor consigna es: “el
pueblo pone” o “las encuestas deciden”, y en la práctica: “la jefa o jefe pone
y quita”. Seguramente las mujeres no somos pueblo, porque si hubo encuesta, a
mí no me preguntaron, ¿y a ustedes?
No tengo el don de la adivinación para saber si esta
designación nos beneficiará o será lo mismo. Pero no les quepa duda que
seguiremos señalando aquello que nos daña y nos perjudica como género y
demandando seguridad.