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PUNTO CENIT



MAYRA EDITH MARTÍNEZ

El invierno de la vida


Miércoles 28 de Agosto de 2024 8:42 am


Como seres humanos, estamos inmersos en el flujo del tiempo. Cada día nos recuerda el ciclo de la vida: nacemos, crecemos, nos reproducimos y eventualmente morimos. La naturaleza, con su sabiduría innata, nos brinda valiosas lecciones. Un ejemplo de esto son las cuatro estaciones en el año, que en nuestro país se presentan con las siguientes características.

La primavera es una temporada de renacimiento. Los días se alargan, el sol se siente con mayor intensidad, el hielo se derrite y los campos se llenan de vivos colores. Es un periodo de reverdecer.

El verano es la estación más cálida, con la incidencia directa del sol, que eleva las temperaturas. Los días son más largos y las noches más cortas. Las lluvias se presentan con frecuencia, los árboles y plantas producen frutos, y los animales se reproducen.

En otoño, las hojas comienzan a marchitarse y caer de los árboles. La temperatura desciende y la naturaleza se prepara para el invierno. Las noches se alargan y los días se acortan.

Finalmente, el invierno es la estación más fría, con el sol incidiendo de manera más oblicua y menos intensa. Durante este periodo, el crecimiento de las plantas se ralentiza o se detiene, y la nieve cae.

En la vida humana existe un paralelismo con las estaciones del año, ya que ambas están marcadas por ciclos de tiempo. Cada etapa de la vida tiene sus propias vicisitudes.

Si asignáramos una estación a cada fase de nuestra vida, la primavera correspondería al periodo que va desde el nacimiento hasta la infancia, un tiempo de aprendizaje y desarrollo. Luego vendría el verano, que abarcaría la adolescencia y la juventud, momentos en los que florecemos y alcanzamos nuestro máximo potencial. Después llegaría el otoño, donde el cuerpo alcanza una madurez óptima tanto física como intelectual.

Finalmente, nos enfrentamos al invierno, la etapa final de la vida, que comienza alrededor de los 60 años. Este periodo es parte del proceso natural de envejecimiento y culmina con la muerte. En esta fase hay una disminución de la fuerza física, la actividad mental y muchas otras funciones, concluyendo así el ciclo vital.

Todas y todos llegaremos a esta última etapa, y es fundamental reflexionar sobre cómo llegamos a esta estación, y cuál es el valor y el lugar que deben ocupar quienes han alcanzado esta estación invernal.

Por esta razón, en diversas partes del mundo el 28 de agosto se ha establecido como el Día del Adulto Mayor, un momento para reconocer que en esta etapa, las personas enfrentan vulnerabilidades físicas, económicas y sociales.

En algunos países, los adultos mayores son honrados por su experiencia y sabiduría, mientras que en otros son relegados al olvido, luchando por sobrevivir en condiciones de pobreza y vulnerabilidad total.

Nos planteamos dos preguntas: ¿cómo te gustaría ser tratado como adulto mayor?, ¿cómo deberíamos tratar a nuestros adultos mayores? Sin duda, estos interrogantes invitan a una profunda reflexión.

Desde Punto Cenit, te animamos a meditar sobre las estaciones de la vida. El tren de la existencia pasa por cada estación, pero su paso es temporal; un día alcanzará su destino. Mi abuela solía decirme: “hija, como te ves, me vi; como me ves, te verás”.

FB: Mayra Edith Martinez

nnacolima@gmail.com