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Mancia



CARLOS ALBERTO PÉREZ AGUILAR


Martes 03 de Septiembre de 2024 8:18 am


En su sección “Política Zoom” de Diario Milenio, este domingo, el periodista Ricardo Raphael nos comparte la historia de la Inteligencia Artificial “Mancia”, que se ha convertido en una empresa tecnológica de alta valía a nivel global y que inició de un juego de un nieto con su abuela esoterista que leía el café.

En esta pieza, el autor nos regala la frase: “la necesidad de escuchar mentiras es mayor a cualquier otra carencia”. Esta necesidad, si la trasladamos a otros ámbitos, nos da el sentido de muchas empresas e industrias que lo que hacen es vendernos mentiras para hacernos eventualmente felices. Obviamente, el mensaje también aplica para los negocios y la política, donde mentir no es engañar, sino, tal parece, dar esperanza.

Parece que nos hemos blindado contra las verdades, porque “la verdad tarde o temprano sale a luz” o “la verdad se busca”, lo que nos indica una clara normalización del sentido de las mentiras que están a la vista, son eventuales y que nos hacen vivir en un mundo de verdades a modo.

Nos miente la publicidad de productos que no son buenos ni baratos; herramientas que prometen solucionar nuestros problemas; teléfonos que son lo máximo, todo por un breve momento ya que vendrá otro mejor. Comida que dice ser saludable no lo es; espectáculos que nos venden artistas, deportistas o políticos, que nosotros mismos proyectamos por la necesidad de hacernos creer que valió la pena comprar un boleto o confiar en alguien.

Mentirnos es una necesidad básica como comer, tanto, que idealizamos personas, conceptos y hábitos para hacernos creer que estamos bien o mejor que antes. Los de las verdades absolutas suelen pasar por personas aburridas y quizás poco confiables, tal vez locos, porque las verdades, entre más ciertas, son crudas y limitan la especulación que da paso a esperar.

La verdad la negamos cuando implica asumir responsabilidades, o peor aún, cuando dejamos de creer en nuestros propios valores para creer ciegamente en quien nos miente, Mentirnos es una necesidad básica como comer, tanto, que idealizamos personas, conceptos y hábitos para hacernos creer que estamos bien o mejor que antes, aunque sepamos determinadamente que no es verdad lo que nos dice o que simplemente nos dice lo que queremos escuchar.

Así como la herramienta “Mancia” predice nuestro futuro haciendo mediciones de nuestros pulsos, temperatura corporal, vibraciones del cuerpo y otras métricas más, diciéndonos (como cualquier tarotista) lo que nosotros mismos les vamos diciendo, esta vez, quizás, sea mejor creer que nuestro sistema de salud es mejor que el de Dinamarca, aunque sepamos que no es verdad, como muchas otras cosas más.