A vuelapluma
RENATO CONSUEGRA*
Reforma Judicial: ¿Quién es realmente responsable de la impunidad?
Martes 10 de Septiembre de 2024 7:00 am
Este miércoles es casi probable que
la mayoría del partido en el Gobierno y sus aliados en el Senado de la
República logren derribar el último contrapeso a su gobierno y el Poder
Judicial sume una grave derrota política y mediática, debido a que, como a otros
contrapesos constitucionales e institucionales, les falló la comunicación con
la parte más amplia de la sociedad, mediante la cual lograra equilibrar esa
disputa de poder. Desde la llamada Mañanera, el titular
del Poder Ejecutivo repitió una vez más este sábado 7 de septiembre, como lo
hizo desde febrero pasado, que el culpable de la impunidad es el Poder Judicial
y que los opositores “están ahí, tratando de frenar esta reforma que es
indispensable porque tenemos que acabar con la puerta giratoria”. El término
“puerta giratoria” en el ámbito penal se utiliza para criticar un sistema en el
que, debido a debilidades legales, corrupción, falta de recursos o de procesos
adecuados, los acusados (incluso aquellos que han sido arrestados múltiples
veces) logran salir en libertad, a menudo reincidiendo en conductas delictivas. En medio del debate sobre la Reforma
Judicial impulsada por el Poder Ejecutivo con apoyo del Legislativo, surge una
pregunta crucial: ¿es el Poder Judicial el verdadero responsable de la falta de
castigo a los presuntos delincuentes? El gobierno apunta en esa dirección. Ha
señalado con dureza al Poder Judicial como el principal responsable de la
impunidad en nuestro país, sugiriendo que una reforma profunda es la solución
para combatir la impunidad. El Poder Judicial se quedó
estupefacto ante las acusaciones y prácticamente nunca dijo, desde sus
diferentes aparatos de comunicación, que este enfoque pasa por alto un aspecto
fundamental del sistema de justicia que desafortunadamente la mayoría de los
mexicanos desconoce o confunde, ya que el aparato de justicia está dividido. Y
que existe una gran y enorme responsabilidad del Ministerio Público, que forma
parte del Poder Ejecutivo, en la recopilación y presentación de pruebas para
que los jueces hagan el trabajo de castigar a los responsables de delitos. El Poder Judicial, encargado de
impartir justicia, no actúa en el vacío. Para que los jueces puedan emitir
sentencias condenatorias, primero deben contar con pruebas sólidas y casos bien
fundamentados. Aquí es donde entra en juego el Ministerio Público, cuya misión
es investigar los delitos, reunir pruebas y presentarlas de manera clara y
convincente ante el tribunal. Sin embargo, cuando este proceso falla, las
consecuencias recaen injustamente sobre los jueces, salvo sus excepciones, que
también las hay, más no son generalizadas. El Ministerio Público tiene un rol
crucial en el proceso penal, ya que es el responsable de garantizar que las
pruebas se obtengan y se preserven de manera adecuada. Esto incluye seguir
procedimientos rigurosos que aseguren la cadena de custodia de las evidencias,
evitando así que sean cuestionadas o invalidadas en el juicio. Si el Ministerio
Público incumple con su labor, los jueces se ven obligados a absolver a los
acusados por falta de pruebas contundentes, lo que alimenta la percepción de
impunidad. Además, el Ministerio Público debe
asegurarse de que el debido proceso se respete en todo momento. Esto implica
que las investigaciones se realicen de manera imparcial y transparente, y que
se respeten los derechos de los acusados. Cuando el debido proceso es violado,
ya sea por detenciones arbitrarias o por la manipulación de pruebas, los jueces
no tienen otra opción que desestimar los casos, independientemente de la
culpabilidad del acusado. Una decisión judicial que no se basa
en criterios técnicos o en pruebas contundentes, sino en percepciones
subjetivas o sin el debido respaldo probatorio, puede calificarse como una
decisión arbitraria o una decisión discrecional. Mucho menos un juez puede
tomar decisiones basadas en conjeturas o interpretaciones sin el respaldo
adecuado de las pruebas presentadas, como muchas ocasiones se ha impulsado
desde La Mañanera. La Reforma Judicial que propone el
Ejecutivo podría parecer, a primera vista, una medida necesaria para fortalecer
la justicia en el país. No obstante, al centrarse únicamente en el Poder
Judicial y omitir las deficiencias del Ministerio Público, esta reforma se
convierte en una maniobra política para desviar la atención de las verdaderas
causas de la impunidad. En lugar de reforzar la justicia, podría debilitar aún
más al Poder Judicial, al hacerlo responsable de problemas que no están
completamente bajo su control. Es esencial entender que el
Ministerio Público, como parte del Poder Ejecutivo, está directamente bajo la
influencia de las políticas y recursos asignados por el gobierno. Si el
Ejecutivo no proporciona los recursos necesarios para llevar a cabo
investigaciones exhaustivas y garantizar la capacitación continua de los
fiscales, no importa cuántas reformas se implementen en el Poder Judicial; el
problema de la impunidad persistirá. Por lo tanto, cuando se habla de la
falta de castigo a los presuntos delincuentes, no se puede ignorar la
responsabilidad que recae sobre el Ministerio Público y, por ende, sobre el
Poder Ejecutivo. Un sistema de justicia eficaz no se logra simplemente
reformando un solo componente, sino asegurando que todos los actores
involucrados cumplan con su función. El Ministerio Público debe ser
fortalecido, dotado de recursos suficientes y supervisado para garantizar que
las pruebas que presenta sean irrefutables. La ciudadanía debe ser consciente de
que la solución a la impunidad no reside únicamente en las reformas judiciales,
sino en la eficiencia y transparencia del Ministerio Público. La presión
pública debe dirigirse no sólo al Poder Judicial, sino también al Ejecutivo,
para que asuma su responsabilidad en la lucha contra el crimen. Después de
todo, los jueces pueden dictar sentencias justas solo si tienen todas las
herramientas necesarias, y estas herramientas provienen, en gran medida, del
trabajo que realiza el Ministerio Público. En conclusión, la Reforma Judicial
promovida por el Ejecutivo es un intento de debilitar al Poder Judicial en
lugar de fortalecer el sistema de justicia en su conjunto. Para que los jueces
puedan castigar efectivamente a los delincuentes de cualquier tipo de delito -sea
penal, administrativo o financiero-, es imperativo que el Ministerio Público cumpla
con su deber de manera eficaz. La verdadera solución a la impunidad no está en
desviar la responsabilidad, sino en garantizar que todos los componentes del
sistema de justicia, empezando por el Ministerio Público, funcionen en armonía
y con los recursos necesarios para cumplir su misión. En conclusión, es imprescindible que
la ciudadanía y los medios de comunicación comprendan que la lucha contra la
impunidad no depende únicamente de los jueces. El Ministerio Público, como
brazo del Poder Ejecutivo, tiene una responsabilidad mayor en la investigación
y presentación de pruebas. Para que los jueces puedan castigar a los
delincuentes, primero deben recibir un caso bien fundamentado, lo que recae
directamente en el Ministerio Público. Exigir justicia implica también demandar
un Ministerio Público eficiente, capaz y comprometido, que permita al Poder
Judicial actuar con todos los elementos necesarios para emitir una sentencia
justa. (*) Ganador
del X Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí. Director de Difunet
Comunicación y RP.