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ENTRE GLORIETAS Y JARDINES



MARIO ALAVEZ*

Costo político


Lunes 09 de Septiembre de 2024 8:39 am


AMLO se ha aferrado a aprobar a toda costa la reforma judicial antes de que se termine su sexenio. ¿Cuál es la prisa? podrán preguntarse muchos. Bueno, la respuesta es simple.

El presidente está teniendo una cortesía política con Claudia Sheinbaum. Explico: la reforma al Poder Judicial de la Federación implica que cada uno de nosotros elijamos a 600 magistrados y jueces. Así como lo leyó, hay que elegir a 600, de 25 boletas electorales y de más de 2 mil candidatos.

Pregunta rápida: ¿recuerda cómo se llama el diputado que acaba de elegir para su distrito?

Pero por qué aprobar esa reforma, que se viene cocinando hace más de 3 años, con tanta urgencia, antes de que termine el sexenio.

No es, como lo han dicho sus leales y serviles legisladores, “un regalo de despedida”. No, simplemente es dejar que él cargue con las coronas del muertito que va a dejar.

Y también con el sabor de boca de haberse vengado y acabado con quienes le pudieron poner un alto a las injusticias que planteó. Él no pudo ejercer todo el poder que hubiera querido ni como lo hubiera querido por la bendita división de Poderes.

Y no es que no lo haya intentado. De los 11 jueces que componen la Sala Superior de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Andrés Manuel nombró a cinco.

Prácticamente tenía un pleno muy equilibrado, que pudo haber fallado a su favor, si sus iniciativas judicializadas no fueran en contra de la Constitución.

Pero no, aun cuando el mandatario eligió a Margarita Ríos Farjat, Lenia Batres, Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz Alhf y José Luis González Alcántara Carrancá, sólo tres de ellos resultaron ciegamente incondicionales.

Margarita Ríos Farjat y José Luis González Alcántara Carrancá utilizaron su criterio y experiencia como juristas para no tirar por la borda años de servicio público y prestigio. Ese no se compra en Santo Domingo.

Poner a cada mexicano a elegir a 600 magistrados y jueces es pedirle que elija, a ciegas, de una serie de postulantes que serán elegidos básicamente por Morena.

Así pueden integrar nepotismo, influyentismo, amiguismo, pago de favores políticos, etcétera, pero ahora sin darnos cuenta. Básicamente, van a esconder un libro en una biblioteca.

Pero eso sí, el argumento barato de promover la participación ciudadana es la bandera favorita del todavía mandatario, las encuestas a mano alzada del “pueblo bueno”, que ya ha reconocido que son “ocurrencias”.

Esperemos que en lo que resta de la semana recibamos la buena noticia de que todos los senadores de oposición llegaron a su lugar, levantaron la mano y no votaron esa aberración, que es la mal llamada Reforma Judicial, porque gobernar con “ocurrencias” suele salir muy mal.

 

*Director de Diario de Colima