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El suicidio, mal silencioso



ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA


Martes 10 de Septiembre de 2024 8:40 am


La OMS, en 2003, instituyó el 10 de septiembre para conmemorar el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, circunstancia que afecta principalmente a jóvenes de entre 15 a 24 años, siendo tercera causa de muerte, aunque también se considera a los adultos dentro de un segundo grupo de incidencia.

Debido a que el comportamiento suicida es muy complejo, no se puede definir su causalidad; sin embargo, sí se enmarca dentro de una maraña de sentimientos y emociones, y quienes se deciden por él experimentan la incapacidad de otorgarle a su vida un cause diferente, y mejor se opta por esta vía sin retorno.

La incidencia en el suicidio es un fenómeno social que nos invita a la reflexión. No qué está pasando con la persona íntimamente, pero sí con los entornos familiares o sociales. Las carencias van haciendo mella, a tal grado que la opción hacia la muerte va haciéndose presente.

Según datos del Inegi: “en México, las muertes por suicidio han aumentado. En 2017, la tasa fue de 5.3 por cada 100 mil habitantes (6 494); para 2022, de 6.3 (8 123). Esto equivale a mil 629 suicidios más en 2022 con respecto a los ocurridos en 2017. La tasa promedio de suicidio según sexo, en el periodo de 2017 a 2022, fue de 9.9 hombres por cada 100 mil, y de 2.1 mujeres. Esta diferencia entre sexos ha sido constante”.

“Para 2022, la tasa de suicidio en hombres fue de 10.5 por cada 100 mil, en tanto que, en mujeres fue de 2.3 por cada 100 mil. Los datos anteriores se traducen en que ocho de cada 10 fallecimientos por suicidios ocurren en hombres, y dos de cada 10, en mujeres. El aumento en la tasa de suicidios en hombres y mujeres es significativo”.

Se menciona en literatura especializada que el comportamiento suicida tiene relación con dos elementos importantes: la idea inicial sobre la muerte y los intentos.

No podemos soslayar el hecho de que existen otros elementos que influyen en la consideración del suicidio, tomando en cuenta la población recurrente, como falta de oportunidades de empleo, futuros inciertos, seguridad, pobreza, penetración en la sociedad del crimen organizado, etcétera.

El suicidio es, sin duda, el otro peligro en el que están inmersos las y los jóvenes, junto con las adicciones. Por lo mismo, todo esfuerzo que se realice en corresponsabilidad, Gobierno, sociedad y familia, tendría que ser orientado hacia estas y otras prevenciones. No basta con la recurrencia a las fechas para evidenciar esta otra pandemia. ¡El suicidio se puede prevenir!