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Los hijos que no tenemos



CARLOS ALBERTO PÉREZ AGUILAR


Martes 10 de Septiembre de 2024 8:40 am


Mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de ser hogar de acogida durante la pandemia. Lo hicimos con el deseo de ayudar, cuidar y poner de nuestra parte en la formación de “A” y “A”, quienes siempre serán parte de nosotros y nosotros de ellos.

Nuestras historias se unieron por bendición de Dios en un momento muy complejo para las instituciones como lo fue la crisis por Covid-19; lo que para muchos pudo ser una etapa difícil y de pérdidas, para nosotros es una de las mejores en nuestro matrimonio, con todo lo que implica abrir las puertas, el corazón y la responsabilidad de quienes son las personitas más importantes de nuestras vidas, aunque ya no estén con nosotros.

Hace unos días, se publicó la noticia que en Colima decreció la fecundidad. Visto desde la planificación familiar, se entiende como un éxito, aunque lo cierto es que cada vez más mujeres y hombres enfrentan problemas de fertilidad relacionados a temas de salud, personales, hereditarios o incluso por la postergación de un embarazo que, después, cuando se busca, puede ser demasiado tarde.

Es común conocer historias de quienes han luchado por años, gastando fortunas intentando lograr un embarazo, que tampoco tienen porqué dar explicaciones, y terminan diciendo “así estamos bien”; otras más, por fortuna, logran adoptar, viviendo la dicha de ser papás y mamás de corazón.

A través del portal UNAM Global, se publicó recientemente que 15 por ciento de las parejas en México enfrentan problemas de infertilidad. La investigadora en Biotecnología, Claudia Treviño Santa Cruz, define que la alimentación, el ambiente y el estrés podrían afectar esta aspiración.

Leyendo varios informes, preocupa lo simple que es el considerar “un éxito” la reducción de la natalidad, cuando no se ve la otra cara de la moneda: hay parejas, mujeres y hombres que, aun deseando, no cumplen el anhelo de concebir un hijo cuando la planificación familiar debe estar también orientada a la concepción saludable y no sólo a evitar más nacimientos.

En pocas palabras, la medicina de fertilidad sólo es para quien la pueda pagar, mientras que el sistema público busca la reducción de nacimientos con estrategias que van desde condones hasta la interrupción de embarazos, sin que, por otra parte, se promuevan con el mismo énfasis las adopciones.

Por Derechos Humanos y salud se puede decidir planificar, sí; la medicina de fertilidad no debe ser un “privilegio”, como tampoco el orientar, respaldar y acompañar una adopción. Cada nacimiento debemos seguir viéndolos como una bendición más.