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La IA también es feminista



JUEVES POLÍTICO


Jueves 12 de Septiembre de 2024 8:48 am


Con su reciente lanzamiento, OlimpIA representa una respuesta poderosa y pionera frente a la creciente violencia digital que afecta a mujeres en todo el mundo. Desarrollada a partir de las experiencias y necesidades de víctimas y activistas como Olimpia Coral, esta herramienta es un claro ejemplo de cómo la tecnología puede ser utilizada para enfrentar problemáticas sociales complejas.

Lo más valioso de OlimpIA es su enfoque integral, al ofrecer no solo asistencia jurídica y digital, también un apoyo emocional vital para quienes enfrentan este tipo de violencia. La contención emocional y psicológica es clave en la prevención de graves consecuencias, como el suicidio, que puede derivar de la exposición a la violencia en línea. Además, su capacidad para brindar recursos de ciberseguridad empodera a las mujeres para protegerse mejor en el entorno digital.

El hecho de que esta Inteligencia Artificial esté disponible en 30 idiomas y funcione de manera ininterrumpida amplía su accesibilidad global, lo que es crucial en una era donde la violencia digital no tiene fronteras. A pesar de que las asesorías jurídicas están limitadas a México y Argentina, donde la Ley Olimpia ya ha sido implementada, la capacidad de ofrecer orientación en otros aspectos sigue siendo un recurso invaluable para muchas mujeres.

La creación de herramientas como OlimpIA evidencia la necesidad urgente de que más países reconozcan y tipifiquen el delito de violencia digital, para así expandir la protección legal que estas víctimas necesitan.

De esta manera podemos observar que OlimpIA y la expansión de la Ley Olimpia son parte de un esfuerzo trascendental para enfrentar la violencia digital y proteger los derechos de las mujeres, donde Olimpia Coral Melo está liderando este movimiento que, sin duda, tendrá un impacto global, pues al recorrer países de Latinoamérica, su trabajo no solo crea conciencia, sino que impulsa la adopción de leyes que castiguen con cárcel los delitos contra la intimidad sexual. Es el comienzo de una nueva era en la defensa de los derechos digitales y la intimidad personal.

Pero el trabajo no termina ahí, hace falta que los medios y el gobierno den la difusión que esta gran herramienta se merece, ya que es de ayuda para las víctimas de violencia digital.

 

Costo del humor negro

 

Hace unos días, la hija del comediante Franco Escamilla hizo pública su fiesta de 15 años, y los usuarios de redes sociales, como es usual, rápidamente tomaron esto como una invitación a opinar.

En esta ocasión no se opinó sobre lo lujoso del evento, o el gasto que implica hacer un evento de esta magnitud; se habló sobre el cuerpo de la menor de edad.

En redes sociales, usuarios replicaron comentarios que el mismo comediante ha hecho con anterioridad en sus presentaciones. Las publicaciones en las que se mencionaba que la festejada “cumplió XV o XXXL” no se hicieron esperar. El origen de estos “chistes” curiosamente es el propio comediante, quien los había hecho con anterioridad y que, en su momento, activistas intentaban invitarle a la reflexión y hacerle ver en repetidas ocasiones que estaba fomentado un discurso de odio. Su respuesta era tajante y concisa: solo es humor negro.

Además de tomar en cuenta el contexto, para entender en este caso debemos asimilar las siguientes definiciones:

1. Humor negro: Se define como un tipo de humor que se basa en encontrar la comedia en situaciones trágicas o desagradables.

2. Sesgo de peso, como su popularización de gordofobia: Refiere al odio, rechazo y violencia que sufren las personas gordas simplemente por cuestiones de peso.

3. Discurso de odio: Las Naciones Unidas lo definen como discurso ofensivo dirigido a un grupo o individuo y que se basa en características inherentes.

Basados en estas tres definiciones, valdría la pena preguntarnos lo siguiente: ¿los chistes emitidos por el comediante eran humor negro? La respuesta es no, porque era un discurso dirigido a un sector personas gordas. Lo cual lo convierte por las mismas definiciones en discurso de odio.

Ahora bien, otra justificación que presenta Escamilla es que él es gordo y se puede reír de ello, y sí, todos tenemos la capacidad y derecho a reírnos de nosotros, pero cuando el chiste involucra a un tercero, deja de ser autocritica.

Las niñas no deberían estar preocupadas por su aspecto físico, y el discurso proveniente de este comediante es un discurso que puede desembocar en trastornos de la conducta de la alimentación.

 

Durmiendo con el enemigo

 

EN la película Durmiendo con el enemigo (1991), Julia Roberts interpreta a una mujer que escapa de su esposo abusivo, mostrando el terror de vivir bajo un control opresivo. Sin embargo, la ficción se queda corta ante los horrores de la realidad. El reciente juicio en Aviñón, Francia, donde 51 hombres enfrentan acusaciones de haber violado a Gisèle Pélicot, nos recuerda lo que ocurre cuando la sumisión química se convierte en la herramienta de control y abuso.

Entre 2011 y 2020, Gisèle fue drogada por su esposo Dominique Pélicot, quien organizaba sesiones en las que otros hombres abusaban sexualmente de ella. Mientras ella permanecía inconsciente, su cuerpo fue violado hasta 92 veces.

Gisèle pasó años perdiendo el control de su propio cuerpo, enfrentándose a síntomas que sus allegados atribuyeron al alzhéimer: pérdida de cabello, peso, y días que simplemente desaparecían de su memoria. Sin embargo, estos no eran signos de enfermedad. Durante años, su vida fue robada por dosis de ansiolíticos, que la despojaban de su autonomía, mientras Dominique, quien fuera su esposo por más de 50 años, transformaba su hogar en una prisión de abuso.

En septiembre de 2020, Dominique Pélicot, hoy con 71 años, fue detenido en un supermercado de Carpentas cuando grababa a varias clientas por debajo de sus faldas. También es investigado por la violación y asesinato de una mujer de 23 años en 1991 y por el intento de violación de una joven de 19 años en 1999.

Los 51 hombres acusados representan una amplia gama de profesiones y clases sociales: desde obreros hasta periodistas, todos integrados en una vida aparentemente normal; hombres que bajaron la cabeza el día que declaró la víctima y que trataron de no ser fotografiados. Gisèle Pélicot decidió que se vea todo, que “no tiene nada que ocultar, ni nada de lo que avergonzarse”.

Las justificaciones de los agresores son tan absurdas como escalofriantes: alegan que el consentimiento del marido bastaba para legitimar sus actos, ignorando por completo el hecho básico de que Gisèle nunca fue capaz de dar su propio consentimiento. Ninguno se cuestionó por qué estaban abusando de una mujer inerte. Ninguno se preguntó por su bienestar o la naturaleza de la situación. Nadie denunció. Los cuerpos sometidos por drogas no gritan, no luchan, no recuerdan.

En México, “tenemos un subregistro significativo justamente por cómo ocurre la administración de sustancias: genera una suerte de amnesia durante muchas horas, lo que significa que cuando la persona recobre la consciencia, puede inferir que le ocurrió algo por el escenario en el que despierta, pero no sabe qué ocurrió. Entonces, no sabe qué denunciar”, señaló Claudia Alonso González, académica de la Ibero Puebla y especialista en temas de género.

El caso de Gisèle nos obliga a enfrentar una verdad incómoda: la violencia sexual tiene muchas formas, y cuando se combina con la sumisión química, se convierte en un acto monstruoso que amenaza con despojarnos de lo más esencial: nuestra autonomía.

 

El lugar más peligroso

 

EL feminicidio se ha convertido en una verdadera pandemia. Según la ONU, cada 11 minutos, una mujer es asesinada por un miembro directo de su familia. Dos sucesos recientes pueden respaldar dicha premisa: uno de ellos sucedió en Kenia, en África Oriental.

Rebecca Cheptegei, atleta que portaba el récord nacional de Uganda en maratón y corredora participante en los Juegos Olímpicos París 2024, sufrió quemaduras en 80 por ciento de su cuerpo y en órganos internos, por inhalación, provocadas por su pareja, Dickson Ndiema Maranganch.

Su deceso era inminente debido a los daños provocados por su feminicida. A sus 33 años, falleció el pasado 5 de septiembre, lo que generó indignación de activistas, campañas e instituciones dedicadas a salvaguardar los derechos de las mujeres, reprobando lo sucedido.

El feminicida presuntamente habría entrado al domicilio de su víctima con un bidón de gasolina para derramarlo sobre ella y prenderle fuego; sin embargo, sorprenden también las declaraciones del padre de la atleta, referentes a que se había alertado con anterioridad a las autoridades sobre intimidación por parte del agresor a Cheptegei. Este trágico suceso se une al de Damaris Muthee y Agnes Jebet, atletas africanas asesinadas a manos de sus parejas.

Infortunadamente, el de Rebecca no es un caso poco frecuente. Informes de la ONU aseguran que al menos 70 por ciento de feminicidios son a manos de parejas o exparejas, y en incontables casos, se pudieron tomar medidas para evitar el crimen, como fue el caso de Rebecca.

Solamente en México, los primero 3 meses de 2024, el registro de feminicidios arrojó en promedio 2 al día, y poco más de 40 por ciento del total de los casos era efectuado en casa. Lejos de buscar un punto de comparación con África, la región con el nivel más alto de violencia a las mujeres, urge reflexionar sobre el mensaje que la frecuencia de casos como el explicado anteriormente da: el lugar más peligroso para las mujeres de todas las edades y nacionalidades, generalmente es su propio hogar.

El destino del feminicida, que muchas personas verán como karma instantáneo o un chiste cósmico, poco ayuda al problema de raíz. La omisión por parte de las autoridades al caso de Rebecca Cheptegei fue un factor clave para que la cadena de eventos diera como resultado la privación de la vida de una deportista prometedora.

En la conclusión de los Juegos Paralímpicos tuvo lugar un emotivo homenaje a la atleta, entre ovaciones y su imagen llegando a la meta. La reflexión es más que necesaria: que las mujeres se encuentren más expuestas en sus hogares es inaudito e insostenible, si lo que se busca es garantizar una vida larga y digna. Urge la contención de casos similares y el tiempo apremia.