INNOVEMOS ALGO ¡YA!
MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA
A traición
Viernes 13 de Septiembre de 2024 8:53 am
Una de las necesidades básicas de todo ser humano es
mantener, si no intacta, sí funcional nuestra capacidad para poder confiar. Sin
embargo, esto suele ser un desafío, ya que dicha capacidad es el resultado de
un aprendizaje que comienza desde nuestra concepción, incluyendo la información
ancestral, y continúa hasta el presente, moldeada por las vivencias y creencias
adquiridas. De bebés, confiamos ciegamente en nuestros padres, tomamos
sin cuestionar lo que nos dan, pudiendo ser lechita, o en su defecto, un veneno
letal. De igual manera, transitamos por la vida aceptando como ciertas las
promesas que nos ofrecen. Pero cuando estas se rompen, también se nos
resquebraja un poco el corazón. La ruptura de una promesa nos enfrenta a la cruda realidad:
la vida y las cosas no siempre son como creímos. Cuando la fe se traiciona, la
esperanza queda coja, y confiar con la inocencia de un bebé se vuelve
imposible. El grado de la traición recibida determinará el nivel de
desconfianza con el que caminaremos por la vida. Pero lo grave es que tendemos
a generalizar, sospechando de todo y de todos. “Uno la hace y todos pagan”,
dicen por ahí. Además, a veces, esta incapacidad para creer no se queda en lo
personal; la heredamos a otros, transmitiendo nuestro miedo, dolor y rabia. Idealmente, cada quien se haría cargo de sí mismo, pero la
mujer que se asume traicionada, por ejemplo, educa a sus hijos para no creer en
nadie, perpetuando así una cadena de vacío y soledad. Anestesiar sin atender en
terapia este dolor tiene costos elevados para el alma, para la salud física y
la emocional. Ser un desconfiado es triste. Amar significa ser auténtico
con el otro sin necesidad de perseguirlo o controlarlo, pero si perdemos la
confianza, viviremos alertas y ansiosos, perdiendo el gozo del presente,
atrapados en el pasado, iniciando una cruzada contra un futuro naturalmente
incierto. Construir una confianza sensata y adulta requiere que
innovemos algo ¡ya! Dejemos de creer que todo nos quiere herir por la espalda y
a traición. Aprendamos a confiar de nuevo, con prudencia pero sin temor,
reconociendo que la incertidumbre es parte de la vida, pero también lo es la
bondad humana. Es tiempo de sanar las heridas de la traición y cultivar
relaciones basadas en la confianza mutua. Solo así podremos experimentar la
plenitud del amor y la conexión genuina con otros. Terapia presencial y online, con la autora de esta columna.