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La verdadera independencia



ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA


Martes 17 de Septiembre de 2024 8:43 am


Es cierto que es una arraigada costumbre el hecho de que el 15 de septiembre sea el día en que gritemos con todo el fervor patrio nuestra independencia, pero, ¿realmente nos creemos que somos independiente? ¿Íntimamente, existe ese sentimiento genuino? Yo me lo cuestiono diariamente.

¿Qué pensarían ahora aquellos héroes y heroínas que dieron su vida en el movimiento, y que cada “Día del Grito”, sus nombres retumban en los zócalos de Palacio Nacional, ciudades y municipios? Verían seguramente una romería, en lugar de un acto autentico de reconocimiento a su entrega por la patria; pues me atrevo a pensar que a quienes acuden año con año a esos espacios, los acompaña más un deseo de disfrutar la comida, bebida y del ambiente festivo que se genera en torno a esa fecha emblemática.

El término o concepto de independencia contiene varias cualidades o condiciones y, créanme, ninguna se identifica con nuestra situación social, política o económica. Solo por mencionar una: la libertad. Para empezar, como país, tenemos la bota encima por parte del país vecino, pues la deuda externa nos tiene atadas y atados hasta el cuello.

No existe libertad de expresión; quienes disienten del Gobierno en turno, son perseguidos, excluidos de los privilegios gubernamentales. Sean periodistas, luchadores o luchadoras sociales, manifestantes, mujeres exigiendo seguridad o un alto a las violencias y feminicidios, madres buscadoras con hijas o hijos desaparecidos, y todas las personas que exijan sus derechos laborales o de asociación, todos son dependientes de voluntades ajenas a sus auténticos deseos.

La verdadera independencia se traduce en poder salir a la calle sin miedo a los asaltos, agresiones, o a esa sensación de saber que saliste bien de casa, pero no saber si regresarás de igual manera. O en que las familias colimenses continúen con la tradicional costumbre de sacar sus sillas por la tarde-noche a las banquetas en sana convivencia con vecinos y transeúntes, sin ser un daño colateral de las balaceras que se escenifican todos los días en nuestro estado.

La independencia es tener trabajo bien remunerado que satisfaga las necesidades básicas de supervivencia, con horarios de acuerdo a convenios laborales consensuados y días de descanso para la convivencia familiar y social o prestaciones de ley acordes a cada contrato de trabajo, siempre y cuando su base sea la Ley Federal del Trabajo.

La independencia es que las nuevas generaciones recuperen la certeza de que, cuando terminen una carrera u oficio y al incursionar al mundo laboral, no se tropiecen con piedras que les detengan su paso firme hacia un mundo nuevo y desierto. Las exigencias en los grados de estudio no son acordes a las oportunidades de trabajo.

La independencia es que no te condicionen la oportunidad de un trabajo a la aportación del diezmo, que dicho sea de paso, nadie sabe el destino de ese dinero.

Podemos disfrutar de esta fecha, pero con la conciencia de que la real independencia, sigue siendo una quimera y una utopía.