Percepción de seguridad

LUNES POLÍTICO
Lunes 23 de Septiembre de 2024 8:24 am
El saber cómo percibe la población rubros tan importantes
como lo son la seguridad pública y el desempeño de las autoridades ante los delitos
recurrentes permite que, al cotejarse con incidencias registradas, se aborden
de manera específica las problemáticas que mayormente generan incertidumbre y
agrietan la calidad de vida de las personas. Para una administración que
recalca en su discurso una búsqueda incansable del bienestar del pueblo, los
resultados de tal encuesta deben ser prioridad. Según resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y
Percepción sobre Seguridad Pública, emitida por el Inegi, que arroja
información sobre tasas de víctimas de delito registradas durante 2023, la tasa
de prevalencia delictiva fue de 23 mil 323 víctimas por cada 100 mil
habitantes, lo que devela un incremento con respecto a 2022. Llama la atención que los delitos más frecuentes a nivel
nacional durante 2023 fueran fraude, robo o asalto, y extorsión, incluso por
encima del robo relacionado a vehículos o viviendas. En Colima, la tasa de
víctimas de delito por cada 100 mil habitantes tuvo un incremento de 7.2 por
ciento de 2022 a 2023; sin embargo, al aterrizar los principales delitos
reportados, el incremento de denuncias por extorción sí aumentó 100 por ciento
entre julio y septiembre de 2023, posicionando al estado como segundo lugar en
el rubro. Por otra parte, debido a la propagación de aparentes ofertas
para trabajar en el extranjero que resultaron fraudulentas, recientemente se ha
trabajado en combatir el fraude, sobre todo en el ámbito laboral. Los esfuerzos en promover estrategias para evitar que la
ciudadanía sea víctima de los delitos ya mencionados se han duplicado, llevando
a cabo charlas informativas para informar sobre las medidas preventivas que
deben llevarse a cabo para evitar caer tanto en fraudes como en extorsiones, y
promoviendo por parte de la Subsecretaría del Trabajo espacios seguros para
solicitar empleos. Se espera que estas iniciativas hagan un contrapeso positivo
en la balanza. ¿A
quién le va peor? Han pasado 2 semanas desde el inicio del enfrentamiento
armado en Culiacán, Sinaloa, y el presidente, Andrés Manuel López Obrador, para
no perder la costumbre antes de dar por terminado el sexenio, se ha dedicado en
La Mañanera a minimizar la violencia que impera en el estado, comparando al
estado del norte con Guanajuato, pues afirma que, según sus datos, “es probable
que sean el doble los que han fallecido lamentablemente en Guanajuato con lo
que y han perdido la vida en Sinaloa”. Como si fuera una competencia, o se
justificara una cosa con la otra. Que es una ciudad tranquila, que todo son hechos aislados,
que Sinaloa no está como se piensa, y un largo etcétera son las laxas opiniones
que el mandatario arroja a quienes le cuestionan sobre la lamentable situación. Enfrentamientos, secuestros, quema de vehículos y bloqueos
carreteros son, al parecer, su estándar de una ciudad tranquila. Se podría
pensar que, al ser este el tercer enfrentamiento de tal índole, sus
declaraciones serían más afortunadas; lamentablemente no. Los llamados
“Culiacanazos” de 2019 y 2023 no generaron en su administración la necesidad de
rastrear y localizar la raíz del problema que, al día de hoy, mantiene en
confinamiento a los habitantes. Además de los actos violentos que no han cesado en
Culiacán, resulta indignante la indolencia que ciertas autoridades dejan
entrever en sus comunicados. El gobernador morenista de Sinaloa, Rubén Rocha,
anunció a 3 días del festejo del 15 de septiembre la cancelación del mismo,
debido a hechos violentos. Al mismo tiempo, exhortaba a la población a
continuar sus actividades regulares. A esta postura se le sumó una similar, proveniente del
general del Ejército Mexicano, Jesús Leana Ojeda, quien, a la espera de que el
conflicto armado cese, afirmó que la situación “depende los grupos
antagónicos”. En esa corta sentencia, deslinda a las Fuerzas Armadas del
alcance de los enfrentamientos, y deja en una posición cuestionable su potestad
para hacer frente a tales “antagonistas”. Al Ejecutivo, en afán de despedir bien su administración,
le basta con seguir señalando que quienes lo maximizan, en esta eterna campaña
de desprestigio en su contra, son los medios de comunicación. Concebir siquiera
que es válido o benéfico comparar la situación de Sinaloa con la de Guanajuato
es, por lo bajo, absurdo. Asegura que las Fuerzas Armadas trabajan en la
situación, claro, hasta donde el crimen organizado les permita hacerlo. Reformas
por la libre Desde el pasado 15 de septiembre se publicó en el Diario
Oficial de la Federación (DOF) el decreto correspondiente a la reforma del
Poder Judicial, por lo que se completó el proceso legislativo que comenzó el 5
de febrero pasado, con el anuncio de tal enmienda por parte del presidente
Andrés Manuel López Obrador. Tras las ríspidas discusiones en el Congreso de la Unión,
donde Morena y sus aliados, así como sus adquisiciones de último minuto,
aprobaron las modificaciones legales, los Congresos estatales hicieron lo
propio en unas cuantas horas, sin librarse de duras manifestaciones de rechazo,
como la de Colima. Una vez que el bloque oficialista logró sacar adelante la
reforma que parecía más complicada, se espera que ocurra lo mismo con todo el
paquete anunciado por el mandatario nacional durante la conmemoración de la
promulgación de la Constitución de 1917. La Cámara de Diputados aprobó la iniciativa para que la
Guardia Nacional se incorpore a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena),
esta semana se discutirá en el Senado de la República; es previsible que no
exista ningún problema para que en los próximos días esta disposición se
apruebe, tanto en ambas cámaras federales como en los estados. Y lo mismo ocurrirá con el resto de las reformas
planteadas, entre ellas la electoral que propone la disminución de 200
diputados plurinominales; la que plantea la desaparición de varios órganos
autónomos; la que establece nuevos derechos en el tema de vivienda, salario y
pensiones. De igual forma seguramente transitarán las modificaciones
que buscan convertir en derechos constitucionales varios de los programas
sociales implementados en el actual gobierno; así como adicionar servicios
médicos a los que ya existen en el sistema sanitario. No se vislumbra ningún dique legislativo para que este
paquete de enmiendas que modifica significativamente el texto constitucional
pueda ser aprobado; pues en el Senado, la incorporación del expanista Miguel
Ángel Yunes Márquez al oficialismo, lo que ya parece definitivo, otorga a
Morena y sus aliados la mayoría calificada. Los resultados de las pasadas elecciones dieron la
oportunidad al régimen lopezobradorista de plantear reformas de gran calado,
acordes a su visión de país y a su concepción del ejercicio de la gobernanza;
aunque su efectividad solo podrá evaluarse en los próximos años. La transformación del andamiaje institucional del país
implica una enorme responsabilidad que será trasladada a la futura presidenta,
Claudia Sheinbaum. Si las enmiendas fracasan, le tocará a ella absorber el
costo político y verá minada su legitimidad. Aunque también podría suceder que una vez asumiendo el
cargo, la primera presidenta en la historia de México busque el replanteamiento
de algunas propuestas lopezobradoristas. Ese sería un ejercicio de
independencia que marque distancia de su antecesor, lo que en este momento
resulta poco probable, pero no descartable una vez avanzado su mandato. Beep,
beep, boom IMAGINE esto: más de 70 soldados israelíes fallecen después
de que su equipo de comunicación explotara en medio de la noche, hiriendo
además de gravedad a 3 mil de sus familiares. ¿Cómo cree usted que reaccionarían
los gobiernos internacionales ante este suceso? Probablemente condenarían de manera tajante el hecho,
tachando a la organización responsable del hecho de terrorismo, refrendando su
apoyo incondicional a Israel o “su derecho innegable a la autodefensa”, como lo
hizo EUA tras las explosiones que sí sucedieron, pero no en el estado sionista
sino en el Líbano. El martes de la semana pasada, más de 3 mil personas
resultaron heridas y 12 murieron cuando explotaron los bípers en Líbano en un
aparente ataque israelí contra el grupo militante Hezbolá. El miércoles,
Hezbolá fue golpeado por otra ola de artefactos explosivos en todo Líbano, esta
vez con walkie-talkies, dejando 20 muertos y al menos 450 heridos, la mayoría
de las víctimas han sido civiles y miembros de Hezbolá. Estos actos de violencia no solo agravan el conflicto entre
ambos países, sino que señalan una táctica de guerra que bordea el terrorismo
de Estado. La instalación de explosivos en equipos de comunicación entregados
meses antes a Hezbolá plantea cuestiones éticas y jurídicas que los gobiernos
internacionales deberían cuestionar con mayor firmeza. Si este mismo ataque hubiera tenido lugar en Israel, y las
víctimas hubieran sido soldados israelíes, el mundo habría visto una respuesta
rápida y contundente por parte de las potencias occidentales. Es notorio el
doble rasero con el que se mide la violencia en Oriente Medio: lo que para
Israel es “autodefensa”, para sus vecinos es un acto criminal que se salda sin
consecuencias diplomáticas para el agresor. Durante el fin de semana, Israel y Hezbolá intensificaron
sus enfrentamientos, con ataques aéreos israelíes en el sur del Líbano y
lanzamiento de cohetes por parte de Hezbolá hacia el norte de Israel. Naim
Qassem, jefe adjunto de Hezbolá, señaló que han entrado en una “batalla abierta
de ajuste de cuentas” tras el asesinato de un comandante del grupo en Beirut.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, afirmó que los ataques
continuarán hasta que el norte de Israel sea seguro para los evacuados. El
primer ministro Benjamin Netanyahu advirtió que Hezbolá “entenderá el mensaje”
si no detienen sus ataques. La escalada de los ataques se produce menos de 48 horas
después de una incursión aérea israelí contra comandantes de Hezbolá en un
suburbio de Beirut. El Ministerio de Sanidad libanés informó ayer, domingo, que
el número de muertos por ese episodio había aumentado a 45. La narrativa israelí se centra en enfrentar al Líbano y no
al grupo Hezbolá en sí, ya que la organización islámica y el gobierno libanés
coexisten entre sí, por lo que se sospecha que el verdadero interés de Benjamin
Netanyahu en su país vecino es el expansionismo.
Estos ataques suceden en el margen del conflicto entre
Israel y Hamas, organización que gobierna la Franja de Gaza. Hezbolá ha
emprendido acciones agresivas entorno a Israel como una especie de respuesta
solidaria a Hamas, ya que ambos grupos reciben apoyo militar y económico de
Irán, abriendo la posibilidad de que la escalada israelí genere un conflicto
regional de mayores dimensiones.