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RAZONES



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

Ayotzinapa: regreso sin gloria


Jueves 26 de Septiembre de 2024 8:20 am


El caso Ayotzinapa no fracasó, como dijo López Obrador, porque les falló el testimonio de Gildardo López Astudillo, El Cabo Gil, el jefe de sicarios de los Guerreros Unidos (GU) que el anterior fiscal especial Omar Gómez Trejo y el entonces subsecretario Alejandro Encinas transformaron en un testigo protegido a modo para tratar de comprobar la tesis del crimen de Estado, involucrando falsamente y sin pruebas a militares en el crimen.

Hoy ha vuelto a prisión, lo mismo que otros de los 70 sicarios liberados por la Fiscalía especial durante este sexenio. Toda la acusación que construyeron Encinas, Gómez Trejo y Vidulfo Rosales, asesor de los padres de Ayotzinapa, está basada en los testimonios de sicarios de GU que participaron en el secuestro y asesinato de los jóvenes y que se convirtieron en testigos protegidos a partir de 2020, muchos años después de haber confesado sus crímenes, a cambio de obtener su libertad.

En diferentes trabajos que hemos publicado sobre el tema, destacan testimonios de testigos como Ernesto Ramírez Gómez, Neto. Su primera declaración fue en 22 de febrero de 2021. Dice que otro sicario le dijo que había policías y soldados que trabajaban para GU, y que El Negro, le había dicho que se llevaron las bolsas con restos de los jóvenes con “los verdes” porque estaban tardando mucho en quemarse.

En abril de 2023, dijo que no sabía de dónde eran los soldados, pero que suponía que eran de Iguala. En enero de 2024, súbitamente recuerda no sólo los rostros, también nombres completos de los soldados.

Carlos Leyva González, Carla, fue otro testigo estrella. Dijo en noviembre de 2020 que comenzó a trabajar con GU en 2010. Identifica a Sidronio Casarrubias como jefe de su grupo y dice que para GU trabajaba un policía ministerial apodado El Guacho, que los protegían policías ministeriales y estatales y un capitán del ejército. Identifica a dos militares.

En enero de 2021, Carla da otra declaración, en ella asegura que uno era del 27 batallón de infantería. Ningún elemento del batallón coincide con la descripción. El 6 de mayo declara una vez más: le muestran fotos, reconoce a unos policías municipales y de tránsito, pero no identifica a ningún militar. En enero de 2024, al igual que Neto, repentinamente recuerda a siete elementos militares, sus nombres, apellidos y sus datos personales.

El Cabo Gil, en su primera declaración en 2015, negó su participación en los hechos. Ese mismo día, dice que, como le ofrecieron beneficios en el MP, recuerda que ingresó en GU en 2013. Que a los estudiantes se los llevaron policías de Cocula e Iguala. Una semana después, brinda otra declaración: nunca fue miembro de GU, fue torturado. Hace otra declaración y vuelve a negar estar involucrado en los hechos. En octubre de 2016, vuelve a negar cualquier participación. Pasan 4 años, y El cabo Gil señala como integrantes de GU a otros militares. Que también participaron militares del 41 batallón de infantería. Ese batallón estaba desplegado en otro rincón del país.

El Cabo Gil, cada vez que se estancaban las acusaciones, hacía nuevas declaraciones: una en 2020, otra en mayo de 2021, donde recordaba con nombre y apellido a militares. En diciembre de 2021, reconoció en fotos de la Fiscalía a más militares. Para “recordar” los hechos, Gil necesitó 11 declaraciones distintas y contradictorias a lo largo de 10 años. Hoy, vuelve a estar detenido.

El caso Ayotzinapa dio un giro de 360 grados para regresar a donde estaba en 2018.