“El pobre es pobre porque quiere”

DAVID VILLARREAL ADALID
Viernes 04 de Octubre de 2024 8:11 am
Seguro has escuchado esta frase, que ha resonado con fuerza
en México. Esta expresión engloba un fenómeno meritocrático que acota la
condición de pobreza a una cuestión de voluntad y esfuerzo, omitiendo las
circunstancias estructurales que la perpetúan. Si bien para algunos resulta atractiva
por su lógica aparente, la realidad es que la pobreza es todo, menos intuitiva. Para derrumbar esta afirmación, hay que ser muy certero con
algunos datos. Según el Coneval, una persona es pobre si su ingreso
individual es menor a 4 mil 554 pesos, y es pobre en extremo si es menor a 2
mil 354 pesos. En 2022, 37.7 millones de personas eran pobres y 9.1 millones
eran pobres en extremo; es decir, 36.3 por ciento de la población mexicana. De acuerdo con el CEEY, 74 por ciento de los hijos de
padres en el decil más bajo de ingresos permanecen en tal condición toda su
vida. Nacer pobre en México significa, en la mayoría de los casos, morir en la
misma condición. La pobreza no se explica por la falta de esfuerzo
individual, responde a una dimensión multifactorial, que limita a las personas
el acceso a las oportunidades. Primero, está el acceso desigual a la educación entre zonas
rurales y urbanas. Segundo, la precariedad del trabajo: en México, 54.8 por
ciento de la población trabaja informalmente, es decir, sin prestaciones ni
estabilidad laboral. Tercero, el acceso a la salud es limitado y, de hecho,
según Coneval, 50.4 millones de mexicanos perciben carencia en los servicios.
Finalmente, la falta de movilidad social antes expuesta. Entonces, ¿cómo deja de ser pobre el pobre? Ojalá la
respuesta fuera tan simple como sugiere la aseveración en el título de esta
columna. Si el Banco Mundial tiene razón, entre 2018 y 2024 habrán salido de la
pobreza 9.5 millones de pobres, lo que sería un hito histórico en la política
social de un sexenio. La 4T fue contundente en el cumplimiento de su objetivo y
lo hizo a través del aumento en 113 por ciento del salario mínimo, la
eliminación del outsourcing, y el gasto en desarrollo social que subió de 2.7
billones de pesos en 2019 a 4.4 billones en 2024 (5.4 por ciento de crecimiento
anual por encima de la inflación).
Si la estimación del Banco Mundial se cumple, estaremos
ante un hito que desmitificará esa frase, porque quedaría manifiesta la
necesaria intervención del Estado para que un pobre deje de serlo. Sin embargo,
queda una interrogante: ¿será este avance sostenible a largo plazo o estamos
ante un fenómeno de coyuntura? Solo el tiempo lo dirá.