PUNTO CENIT
MAYRA EDITH MARTÍNEZ
Descansa en paz, porque vivió en paz
Miércoles 30 de Octubre de 2024 8:48 am
Se dice que desde que nacemos, comenzamos a morir; es una
reflexión que han hecho algunos escritores y pensadores. Este enunciado expresa
una gran verdad: la muerte es parte de la vida, y cada etapa que vivimos nos
acerca más al final. La naturaleza nos lo recuerda: todos los seres vivos que
cohabitan con nosotros en la Tierra nacen, crecen, se reproducen y mueren. Pero nosotros no queremos ver ni entender. Queremos jugar
con la idea de que seremos eternos. Por un momento, piensa que, así como hemos visto partir a
nuestros seres queridos y hemos asistido a aquel funeral, hemos llegado al
cementerio para dar el último adiós, mientras resuenan las palabras del
ministro: “polvo eres y en polvo te convertirás; descanse en paz”; así, un día,
el reloj de la vida se detendrá para ti y para mí, y daremos el último suspiro.
Ya no seremos invitados; en esta ocasión, tendremos el lugar de honor. Si todos nosotros supiéramos con exactitud el día en que el
reloj de la vida se detendrá, quizás aprovecharíamos mejor nuestro tiempo y
daríamos relevancia a las cosas que realmente importan. El conocido rey David lo plasmó de manera excepcional en el
Salmo 90:12, cuando expresó: “enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que
traigamos al corazón sabiduría”. Nos afanamos en derrochar energía y tiempo en cosas que
nada nos dejaron de provecho, en lugar de enfocarnos en aquellas que suman a la
eternidad. El gran maestro nos ilustró esto a través de la siguiente historia. Había una vez un hombre adinerado que tenía un campo fértil
que producía buenas cosechas. Se dijo a sí mismo: “¿qué debo hacer? No tengo
lugar para almacenar todas mis cosechas”. Entonces pensó: “ya sé lo que voy a
hacer. Derribaré mis graneros y levantaré otros más grandes, para guardar en
ellos toda mi cosecha y todo lo que poseo. Luego me felicitaré a mí mismo:
amigo, tienes muchas cosas almacenadas para muchos años; descansa, come, bebe,
goza de la vida”. Pero Dios le dijo: “necio, esta misma noche perderás la
vida, y lo que tienes guardado, ¿para quién será?”. Así es el que hace tesoros
para sí mismo, y no es rico para con Dios. Esto nos enseña la brevedad de la vida y la importancia de
no solo afanarnos amontonando bienes que quizás apenas podremos disfrutar por
motivos egoístas, sin prepararnos para lo que verdaderamente es importante: el
último viaje sin retorno. Además, es fundamental cambiar aquellas cosas poco
relevantes por las más importantes. Por ejemplo, detener esa carrera de todos los días en el
afán de lograr más, y en su lugar, visitar a papá y mamá ahora que aún los
tienes, disfrutar de una puesta de sol de la mano del ser amado, reírse a
carcajadas hasta el cansancio, saborear este platillo que tanto te gusta,
abrazar más a tus hijos e hijas, atreverte a perdonar a aquel que te ofendió y
decidir vivir libre, vivir pleno, vivir en paz. Desde Punto Cenit, queremos invitarte a reflexionar en
estas fechas sobre el significado de la muerte y la vida. Para que, cuando
llegue tu gran día, puedan decir: “descansa en paz, porque vivió sabiamente y
en paz”. Facebook: Mayra Edith Martínez