CRUDO Y SIN SAL
MANUEL AGUSTÍN TRUJILLO GUTIÉRREZ
La curva
Miércoles 06 de Noviembre de 2024 8:42 am
Era mi primer día como coordinador de asesores del
exgobernador Ignacio Peralta, cuando recibí mi novatada; la primer gran
encomienda que tuve resultó ser un rotundo fracaso. A pesar de habernos dado
responsabilidad compartida, quien me antecedió se lavó las manos y me dijo “bienvenido,
querías ser jefe, es tu problema”. Ese día no tuve apoyo de ningún área. Había llevado al
gobernador a una gira por la zona rural del Colima donde apenas lo recibieron
tres personas, eso sí, una comitiva amplia de funcionarios. Cuando regresamos a Casa de Gobierno, el regaño que recibí
fue monumental. En ese momento renuncié, el primer día. La cara del
exgobernador cambió, moderó el tono y, volteando a verme me dijo: “Agustín, yo
quiero funcionarios que funcionen, no que renuncien”. Me preguntó sobre la organización de la gira, el apoyo o
rechazo que recibí de mis compañeros, las partes de la administración que se
sumaron y las que no. Aclarado eso, le marcó a los miembros del Gabinete,
diciendo: “A partir de ahora, cualquier cosa que les solicite Agustín Trujillo,
es como si se los estuviera pidiendo yo, el gobernador”. Esa simple acción lo cambió todo. Desde ese momento la
dinámica de trabajo cambió y la gira fue un éxito. Logramos llevar el
exgobernador a más de 250 comunidades rurales; la mayoría de ellas jamás habían
sido visitadas por un gobernador. Cuando llegan nuevas administraciones, existe una natural
curva de aprendizaje, para algunos funcionarios es más rápida y para otros más
lenta. La velocidad de la curva depende, desde mi punto de vista, de la
experiencia y del apoyo y respaldo del jefe. Si los sexenios son cortos, los trienios más, por lo que
las administraciones entrantes se debaten entre lo urgente y lo necesario. Hay
algunas que culpan a los salientes de los faltantes y se mantienen inoperantes
hasta un nuevo año presupuestal; otras, más allá de quejarse, llegan a
resolver, a trabajar y darlo todo desde el día uno. Es normal que lleguen a aprender, pero hay dos formas de
hacerlo: quincena tras quincena irse empapando de la dinámica laboral que
vienen arrastrando los trabajadores, o haciendo, aprendiendo mientras se va
actuando, equivocándose, sí, pero también dándolo todo. Las graves problemáticas que aquejan a nuestro país nos
exigen a quienes ejercemos la función pública a ser funcionarios que funcionen,
que lleguen a hacer y no a aprender, que lleguen a resolver y no a quejarse de
los anteriores.
Para lograr otro México y otro Colima, hace falta ganas,
coraje, empuje, trabajo y gran amor a su gente.