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Colima aporta mucho, le regresan poco



DAVID VILLARREAL ADALID


Viernes 08 de Noviembre de 2024 8:31 am


Hoy te platicaré acerca de lo paradójico del sistema fiscal mexicano, debate de muchos años, pero vigente: la distribución de los recursos federales. Sería de esperar que los fondos que recauda el SAT en las entidades federativas regresaran equitativamente a ellas para impulsar su desarrollo local. Sin embargo, la realidad es muy distinta, y estados como el nuestro son ejemplos de esta disparidad.

Cuando la Federación recauda impuestos, todos estos montos van a la misma “bolsa”, y se redistribuyen a los estados en forma de participaciones y aportaciones. Estos esquemas tienen el propósito de compensar a los estados menos desarrollados y enfocar los recursos en áreas como salud, educación y seguridad.

Colima recauda aproximadamente 104 mil millones de pesos por año, situándose en el séptimo lugar nacional, casi tanto como Jalisco y más que estados industriales como Guanajuato, Chihuahua, Coahuila y Querétaro. Esta recaudación es mayoritaria en IVA (71 por ciento), impuestos al comercio exterior (15 por ciento) e IEPS (9.5 por ciento).

A pesar de esta aportación, Colima recibe la irrisoria cantidad de 15.7 mil millones de pesos aproximadamente. Es decir, de cada peso que aporta, solamente se le regresan 15 centavos. Colima es uno de los estados que recibe menos de lo que manda.

Si se le compara con Chiapas, Guerrero, Tlaxcala, Oaxaca y Tabasco, que reciben al menos 4 pesos por cada peso que aportan, el problema se vuelve evidente. Chiapas, que lidera esta relación, recibe 8.2 pesos por cada peso. Es decir, si a Colima se le entregaran fondos solo un año en esa proporción, recibiría cerca de 850 mil millones de pesos (56 veces más lo que recibe en la actualidad).

Este modelo de subsidio beneficia a estados pobres, pero no implica un cambio en sus condiciones económicas. En estados como Chiapas y Guerrero, el flujo constante de recursos no se ha traducido en un crecimiento económico importante ni disminución de la pobreza. A pesar de recibir fondos adicionales, sus indicadores de desarrollo permanecen en el estancamiento.

La dependencia de las transferencias federales en estados de baja recaudación ha generado una cultura de paternalismo federal, lo que provoca incentivos perversos en sus esfuerzos tributarios. Al no depender de impuestos locales, estos estados son víctimas de una espiral de vicios históricos.

Por el contrario, Colima, que sí realiza un esfuerzo fiscal y tiene una economía dinámica, se ve castigado al recibir mucho menos de lo que contribuye. Este sistema no solo es injusto, sino que perpetúa las desigualdades y limita el potencial las regiones más eficientes.

Imaginemos el alcance que tendría nuestro estado si, en lugar de recibir los 15 centavos, se le respetara la relación de 1 a 1 (al menos). Hablamos de un flujo anual de 100 mil millones de pesos que, de garantizarse un sexenio, representaría un flujo acumulado de 600 mil millones. Este monto implicaría una transformación radical de la infraestructura y servicios locales.

Con esos recursos Colima podría financiar hospitales de alta especialidad, una red de transporte público de primer mundo, y programas educativos que respondan a las necesidades de la población. Es decir, el costo de oportunidad de este sistema es enorme para el estado, la falta de recursos limita su capacidad a largo plazo. En este sistema que no reconoce nuestra dinámica histórica, se frena el potencial de una región que podría ser referente global.