INNOVEMOS ALGO ¡YA!
MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA
Herencias
Viernes 22 de Noviembre de 2024 9:00 am
LA vida, ese premio mayor, a menudo solemos olvidarla.
Hemos crecido en un mundo de gratificaciones y castigos malentendidos que nos
han condicionado, haciéndonos creer que lo malo, feo y doloroso son castigos,
perdiendo así la capacidad de ver las oportunidades. Desde niños, nos programaron: “Si eres bueno, recibirás
regalos; si eres malo, carbón”. En tiempos de Adviento, noto la incongruencia
entre el mensaje del amor incondicional navideño y ese juicio castrante que nos
hace dudar si somos suficientes. ¡Rompamos esas cadenas! Ni la muerte es castigo ni el éxito
premio. Ser “bueno” no garantiza evitar adversidades. La vida no se desvive
pensando cómo lastimarnos o premiarnos. Somos nosotros quienes, desde nuestra
inteligencia emocional, decidimos ver bondad en la adversidad, oportunidad en
la confrontación, aprendizaje en el dolor y felicidad en la serenidad. Aunque históricamente los castigos han sido atroces (desde
desmembramientos públicos hasta la cruz), existe una verdad superior: el amor
incondicional. Los límites con amor no deben arrebatarnos la certeza de que
merecemos respeto, afecto, atención y cuidados. Porque el castigo subyuga la
comunicación y el amor; los límites los edifican. ¿Qué deseas para ti y tus descendientes? ¿Qué herencia
emocional recibiste? Y lo más importante: ¿qué harás con ella? ¿La convertirás
en dolor y queja o en herramienta de transformación? Innovemos algo ¡ya! Porque el verdadero amor propio
comienza cuando decidimos transformar nuestra historia. Terapia presencial y online, con la autora de esta columna.